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Las editoriales se enfrentan a otro asalto de mercado. Después de cada verano llega la campaña de navidad, momento importante de presentación de novedades y, en otros tiempos, momento en que las editoriales recogían con creces los beneficios de casi todo el año. Cada editorial propone sus lanzamientos de títulos y/o de autores. Cada sello trata de enfocar el tiro lo más finamente posible porque la cosa no está para fallar ni para hacer experimentos.

repunte sector editorialSin embargo, todos los editores trabajan más llevados por la esperanza de que alguno de sus títulos se convierta en la fumata blanca que les salve las cuentas de resultados, que con el estudio puntilloso que asegure el éxito empresarial.

Pero dicho así, hablando solo de los editores, parece que sólo depende de ellos el éxito de su esfuerzo, y no es así. En otras ocasiones he hablado ya de lo que estructura al sector editorial (autor, editor, distribuidor, puntos de venta y lector) y qué le afecta como un mal corrosivo que le mata lentamente, aunque alguna estadística diga que en el año 2015 ha tenido un repunte del 2,8%, eso sí, de una progresiva caída desde el año 2007 del 30%. Triste consuelo que no da aire a nadie y que espero que los gremios y asociaciones no den por bueno este dato, ni siquiera como tendencia.

Las editoriales tienen un complemento para que su esfuerzo tenga éxito. No, no es el lector. El lector es señor de leer o no leer, de elegir su lectura y cuándo lee. Pero el lector no hará nada de lo que quiera hacer si las librerías y distribuidores no hacen su trabajo. Y me explico. Pero primero recordaré que uno de los grandes problemas que propicia esta caída sin retorno del sector es el sistema de trabajar en depósito y la contrafacturación por devoluciones de ejemplares no vendidos, que deja en solitario al editor y los autores en el riesgo empresarial.

Bien, dicho esto diré que el distribuidor es, o debiera ser (que casi ya no lo es), el departamento comercial de la editorial; externo, sí, pero departamento. De igual forma hay muchas PYME que contratan de forma externa sus asesores contables y financieros, las editoriales recurren a los distribuidores para que comercialicen sus productos. Pero casi (digo casi por por el beneficio de la duda) no lo hace ninguna.

Se limitan a enviar como tsunamis las novedades a las librerías provocando en muchas ocasiones un bloqueo de gestión al librero, procurando que no haga caso a nada por desconocimiento de lo que le llega y convirtiendo un título recién publicado en algo viejo y devuelto sin darle oportunidad a que los clientes lleguen siquiera a hojearlo, u ojearlo.

Si las distribuidoras no retoman su trabajo original y abandonan su labor de mero logista, si no hacen una prospección del mercado que ajuste el tipo de libro al tipo de librería, si no busca en el editor un “socio” donde ambos puedan valorar posibles títulos que demanda el mercado, por ejemplo, y si no está además dispuesto a arriesgar algo más en promoción, publicidad, etc., las distribuidoras desaparecerán.

Y si alguien no lo cree y me tacha de agorero, miren qué pasó con los distribuidores de alimentación y cómo los puntos de venta negocian hoy en día con los productores de toda la vida. Y un dato que refuerza la tendencia que señalo: ahora España tiene más o menos unas 175 distribuidoras de todos los tamaños, en 2007 eran casi 400.

También las librerías tendrán que reubicarse. No basta abrir una tienda. No basta decir que amas los libros… Hay que cambiar, dar servicio directo a los clientes, especializarse, dar vida al libro, a todos los libros, no solo a los fáciles betseller ni dejarse “amenazar” por los grandes sellos que pretenden dominar el mercado en una especie de coto cerrado, mientras que los pequeños editores sobreviven de las migajas.

Miren ustedes, siguiendo con el ejemplo de sector de la alimentación y fíjense en los ultramarinos de barrio de los años ‘70, que había uno en cada esquina: los que no se especializaron fueron fagocitados por las grandes superficies de los ‘80. Les recuerdo a los afectados que desde 2007 hasta hoy han cerrado en España algo más de 7.000 librerías.

No soy el único que avisa de la debacle que supone para el país el hundimiento de uno de los sectores que más dinero y puestos de trabajo mueve en España y también más allá de sus fronteras. Hay voces mucho más autorizadas que yo que vienen escribiendo, avisando y señalando sobre qué pasará si los que pueden hacerlo no hacen nada.

El pasado día 27 de mayo fui entrevistado por Víctor Sánchez del Real en su exitoso programa Habla Humano que se emite los jueves en Cadena Ibérica a las 21,30 horas. Pienso que también te convendrá conocer la web que dirige, Elocuent  que como ellos mismos definen es el mejor aliado para que alcances los potenciales de tu vida, tu imagen , tu carrera, tus palabras y tu negocio.

Fue un charla larga pero muy aprovechada y, además de dejarte enlazado al podcast de la entrevista por si te interesa escucharlo tranquilamente, te dejo también un índice de los temas que hablamos, todos ellos entorno al libro, la edición y los autores. ¡Espero que te guste!

habla humano

  1. Situación actual del sector editorial.
  2. Cómo afecta esta situación al autor.
  3.  Lo bueno y lo malo de publicar gratis en plataformas digitales.
  4.  Objetivos que no cambiaran (o no debería cambiar) en las editoriales.
  5. Nuevas formas de publicar. Pros y contras.
  6. Mi carrera. Mis proyectos. Mis empresas.
  7. Qué es Gotas Publicaciones.
  8. Tipos de autores en autopublicación. Falsas editoriales.
  9. Mi actividad como autor, Tom, el fuerte
  10. Futuro del sector editorial. Consejos a todos aquellos que desean publicar.
  11. Futuro de las librerías.
  12. ¡Sí, hay esperanza!

Sí, es verdad que las editoriales están pasando una crisis de aúpa y también es cierto que las editoriales no paran de nacer para reconvertirse. La crisis, de la que hemos hablado ya en otras ocasiones, es una crisis profunda en la que el propio sector se hunde en sí misma por sus propios defectos que no terminan de subsanarse, viciados en lo que ayer fue virtud y hoy defecto porque no ha sabido adaptarse al terreno.

Seguimos en un sector en el que el editor pone toda la carne financiera en el asador mientras que la cadena comercial sigue trabajando en depósito. Un depósito que hoy no sirve para nada si el mercado no es capaz de reaccionar y lo único que produce es un efecto rebote cuyos costes de traslado (devoluciones de libros no vendidos) se duplican. Estamos en un sector en el que los responsables de que algo pueda cambar no cambia. ¿Por qué? La mayoría de las respuestas que veo se refugian en la pereza y el miedo al cambio. Da miedo cambiar una Ley que ralentiza el resurgimiento y las relaciones ajustadas entre autor y editor, incluso una ley que propicie la racionalización del precio del libro para afrontar una situación de mercado que exige más flexibilidad y libertad de actuación. Los gremios que intervienen (algunos editores, libreros y distribuidores) prefieren morir poco a poco a cambiar de una vez por todas para dar un nuevo sentido comercial en el que todos expongan parte del riesgo en los costes de la producción de los libros.

autopublicacionY a pesar de esto, los editores vocacionales, siguen creando nuevos sellos que curiosamente apuestan por nuevos autores la mayoría totalmente desconocidos con los que se llegan a fórmulas de interés común con ellos. Resurgen las auto ediciones pero con una vuelta de tuerca que regenera la publicación de nuevos autores y nuevos títulos. Un panorama que convierte a esta manera de publicar en un abanico de posibilidades que se ha terminado llamando coedición, de forma que el autor ya no se autopublica ni le publican, si no que apuesta personalmente junto con el editor, por un sistema híbrido a partes iguales por su obra; el primero pone su esfuerzo intelectual y el segundo pone en marcha su estricta labor de editor (distribuir, comercializar, administrar y gestionar el almacén) de manera integral. También la parte económica se distribuye entre ambos, según qué o cómo acuerden entre ellos.

Un ejemplo muy constructivo de este tipo de gestión editorial es Gotas Publicaciones que proporciona al autor tres tipos diferentes de contratos que se ajustan a las necesidades -o posibilidades- del autor y su obra. También aporta un montón de posibilidades de mejoras a la publicación para que la apuesta del autor sea completa con la mayor garantía de éxito.

Pero -¡oh, sorpresa!-, también hay nuevos sellos que pelean siendo editores 100%. Aparece la paradoja de pequeños sellos que apuestan por autores desconocidos o casi desconocidos en la que, si bien no es una coedición, la actuación involucrada del autor es imprescindible. Ya no basta con escribir y esperar a ver cómo llega el triunfo. Ahora hay que salir a la calle y buscarlo... y encontrarlo. Algo parecido a lo que pasa con al sector de la música: no basta con sacar el LP y vender copias. Ahora sacas la canción/nes y ardes en deseo en que todo el mundo que pueda se las descargue, y se emocione, para llenar los conciertos de la gira que su manager le ha organizado para ganar dinero. La misma canción cantada un millón de veces durante el verano para ser el amo de las plazas de toros y polideportivos de toooodos los pueblos de España. Así pasa también con los escritores, que tienen arañar entrevistas en radio, reseñas en la prensa y presentaciones las que se puedan aquí, allí y allá.

Pongo dos ejemplos de nuevas y pequeñas editoriales: Un libro en el bolsillo (mayo 2015) funciona determinando el  mercado de influencia por cercanía. Cuenta con distribución nacional pero solo lo hace en los lugares de influencia del autor. Es decir, el autor es nuevo (o casi) y su fuerza de ventas estará precisamente en el influjo de compromiso con los conocidos (familia amigos, vecinos, compañeros...) y que estos se conviertan en los mejores comerciales de su obra gracias a la recomendación boca-oído, la mejor publicidad. Otro ejemplo es Librando mundos (septiembre 2015) cuya apuesta se hace en el duro camino de las redes sociales. Lanzan un título y hacen que Twitter, Facebook y Amazon arranquen comentarios y que gracias a sus seguidores, replicando el título y el autor, lo conviertan en un fenómeno viral de masas. Una vez más, en un caso y otro, el autor y editor deberán estar involucrados al 200% para que todo esto funcione.

Pero haré un aviso a navegantes: estos dos sellos mencionados, son solo un par de ejemplos de lo que está sucediendo en esta revolución silenciosa: nuevas y pequeñas editoriales sin capacidad de inversión en marketing y grandes eventos. Que no tienen dinero pero sí muchas ganas de luchar y de renovar el panorama agónico de este sector tocado y semihundido.

Si escribes, busca editor. Si no lo encuentras, hágazte hueco en el mercado con estas nuevas herramientas, porque otros como Dostoievski, Proust, Stevenson... comenzaron así, autopublicándose, y entonces las cosas no eran más fáciles que hoy.

Lugar recomendado Gotas Publicaciones, con 3 tipos de contratos adaptables a tus circunstancias

De todo lo que podamos escribir en este blog nada tiene sentido sin que tratemos de explicar qué está sucediendo con los libros, su metamorfosis tecnológica y su crisis que no acaba. Una crisis que reúne dos factores. Por un lado la económica que nos afecta en todo. La otra, es la propia, esa crisis del sector editorial inmerso en un cambio tecnológico que no terminan de digerir todos los actores del sector (desde el autor hasta el lector). Y también la3 crisis editorialmanera de consumir libros. Consumir libros desde el punto de vista de cómo se compran y cómo se leen.

Desde los años setenta hasta finales de los noventa todo iba bien, incluso muy bien. Un pequeño editor -y no digamos uno grande- bien situado podía ganar mucho dinero, y lo han hecho. Sobre todo el editor español que vendía en España y en todo Hispanoamericana, lugar donde hacían doblete porque vendían los nuevo y con lo que ya había hecho caja en España. Pero salvando esta dorada época del editor, y de todos los que caminaban con él (distribuidor y librero), que ya ha pasado a la historia, es más que posible que no vuelvan esos tiempos porque los tiempos han cambiado, ¡y de qué manera!

¿Por qué razones el sector editorial no despega, si ahora además del papel también tienen soportes electrónicos? Analicemos la actualidad interna del sector en tres grandes rasgos:

La Ley del Libro que, por una pretendida protección a los derechos de autor, bloquean el precio, dejándolo fijo excepto un "agresivo" 5% de descuento en el precio de tapa. Sin duda es una razón que frena el consumo y las posibilidades de aumentar la facturación por medio de la incentivación de mercado. No importa los descuentos que se puedan ofrecer dentro de la cadena comercial, ni la cantidad de libros que se puedan vender en una sola factura, el precio final PVP será el mismo siempre en todo el territorio español, y en otros territorios también.

El modelo de mercado: trabajar en depósito. Un sistema verdaderamente nocivo porque se convierte en un embudo para los editores que son quienes acarrean con la inversión, con la responsabilidad contractual y la jurídica. La Ley del Libro ya citada impide que los libreros o los editores en sí puedan hacer ofertas de invierno o verano como en cualquier otro comercio. Es un sector intervenido por una ley férrea que no se pone al día para los tiempos modernos, globales y tecnológicos, y que cada vez son más virtuales.

Los derechos de autor. Sí, los derechos de autor, aunque parezca mentira. El autor es propietario de la obra pero en la parte intelectual y que blinda las posibilidades de que el propietario de la obra industrial, el editor, siga obligado a pagar por el precio de tapa, se venda o no se venda o en qué condiciones se venda. Este último no puede hacer ofertas para colocar el producto con ventajas económicas y que por lo tanto el autor cobre honorarios, no en función del PVP, sino en relación a la facturación real del editor.

Pues todo esto hace que grandes monstruos como Planeta se tambalee, o que pequeñas y medianas editoriales de toda la vida vean reducir sus plantillas de profesionales y eviten gastos que antes se daban por supuesto (correctores, ilustradores, maquetadores de prestigio,...) y traten resolverlo de forma "casera" bajando la calidad final del producto por querer seguir manteniendo el negocio del que seguramente no pueden salir porque sus deudas o la financiación externa no se lo permite.

Sin embargo es un sector no solo necesario, también demandado porque la oferta sigue aumentando aunque la demanda parezca que no crece. Pero uno se pregunta dónde se meten los lectores y no queda otra que responder que siguen estando pero distribuidos en otra formas de leer. Ya no solo se lee papel, también se hace en tintas electrónicas o pequeños monitores de 7 u 8 pulgadas. Que sí, que ya que sabemos que a todos nos gusta ese olorcito del papel, el tacto sedoso de calidad literariaun buen offset o la calidad de un estucado bien cepillado... Pero miren ustedes, el libro electrónico ha llegado para quedarse. Se na invertido miles de millones en tecnologías, en plataformas e implantaciones electrónicas y eso no se va a tirar por la ventana.

Y lo cierto y real es que esos lectores "perdidos" están felices porque lo que hacen es distribuir sus lecturas según cuáles en diferentes soportes: analógico o electrónico. La realidad es esta: que cada vez más, los lectores habituales son híbridos a la hora de elegir el soporte de sus lecturas. Y tan esto es así, que el gigante Amazon que comenzó su andadura como vendedor de libros -y ahora vende hasta ropa interior- es el gran escaparate mundial de libros electrónicos. De hecho es donde todos los escritores indi -escritores independientes, para entendernos- publican sus obras. Las paradojas de la globalización hace que esto, aparentemente tan bonito, tiene el defecto que en el todo vale -lo bueno y lo malo- cuando no existe un criterio de selección, la calidad se relativiza y junto a maravillas literarias se presentan basuras que dicen que son novelas.

En resumen: el sector debe renovarse; seguir avanzando en la confianza del trabajo de los editores que no es otro que el de seleccionar obras que ayuden a mejorar el mundo, el sector (los gremios) tiene que mover ficha. Y para eso la Administración debe ser consciente de que ellos son los que pueden propiciar las leyes y los cauces que hagan posible esta realidad.

NOTA: Si quiere saber más sobre la renovación de este sector, en mi blog hice una entrada que corrió de monitor en monitor y que quizá le pueda interesar Muerte y resurrección del sector editorial... ¡Ya veremos! que contiene otros enlaces relacionados.

El 14 de noviembre de 2014 Mariana Eguaras hizo una entrada mucho más que interesante Propuesta de estructura para tramas literarias que suscitó el interés de varios seguidores suyos, entre los cuales me encontraba yo.

Esa entrada la quiero traer a mi blog, no tanto por mi respuesta, sino por la réplica muy buena de Nestor Bélda poseedor de un blog que para los que queremos escribir se debe convertir en referencia de ampliación de conocimientos, siempre inagotables.

No traer los comentarios de otros participantes no es menosprecio. De hecho he dejado enlazado el hilo del post para que los que deseen leerlo entero puedan hacerlo con facilidad. Agradezco desde aquí a todos, a Mariana Eguaras su labor y a todos su participación sincera en que todos sepamos escribir y leer mejor.

Mi aportación a Propuesta de estructura para tramas literarias

Hola a todos, especialmente a Mariana y a Ana, la primera por la interesante entrada y la segunda por su aportación súper interesante.

Inspiracion inmadurezComo Ana, yo fui de “los segundos”, y también he terminado siendo de los que escriben sobre “plano”. Es cierto, son dos estilos de escribir, pero desde la experiencia de ambos (estilos), sin ánimo de ofender, el de dejarse llevar por la inspiración tiene cierta dosis de inmadurez literaria, es el inicio de casi todo escritor, pero porque todavía no se han estructurado mentalmente las técnicas de escribir y dejamos que salgan a borbotones las ideas… Esto nos lleva a que terminan quedando en dique seco muchas de las historias porque somos incapaces de cerrarlas, o porque nos hemos metido en un nudo sin desenlace… ¡Aunque haya excepciones! Cuando se tiene una buena idea en la cabeza, lo mejor es pasarla al papel. Escribir en breve la idea, sin que ocupe más de dos A-4, una especie de guión con lo fundamental.

Como Ana dice, la planificación de una novela no está exenta de disfrutar con la creación, porque -al meno en mi caso- cuando escribo el guión de la novela, apenas marca el eje de la historia (como he dicho antes), por ejemplo con los personajes principales, pero que surgirán otros como apoyo a la acción que irán surgiendo inevitablemente, porque la historia también te sorprenderá a ti como autor con nuevas acciones de tus personajes, o porque las circunstancias son diferentes (era de día pero al final es de noche… o hacía sol, pero prefieres que llueva para acentuar la situación melancólica de lo que cuentas…).

Hay un asunto que no habéis tocado: los bloqueos. Esos momentos de parón en que la historia hace, pum… Y eres incapaz de seguir porque no sabes cómo resolver o encajar un diálogo crucial sin parecer ñoño, pedante, agresivo, etc. Los bloqueos solo se desbloquean escribiendo, sin obsesiones, pero escribiendo. Me explico: si la novela la tienes planificada, o “guionada”,a lo mejor esa parte puede saltarse momentáneamente y seguir con otra parte posterior que no interfiere con lo anterior. Otra cosa diferente puede ser lo contrario, que sea la inspiración la que nos empuje a seguir… Y yo seguiría. Ya vendrán las correcciones posteriores y te darás a la poda… Y luego una solución clásica: llevar en el bolsillo una libreta, o al menos un bolígrafo, porque en cualquier momento se aparecerá ante ti la “luz” y verás con claridad meridiana la solución que vuelve a prender la mecha de la historia hasta el final. Mi experiencia es que muchas buenas ideas que he tenido, por no apuntarlas, cuando llego frente al teclado digo “¿Cómo era aquello…?” y no recordar nada, porque las musas pasan y si no las haces caso, pasan de verdad…

Y por último otra cosa más que no hemos comentado: el descanso en el cajón. Toda obra debe reposar un tiempo, y luego ser leída otra vez. Es un ejercicio de higiene literaria necesario, además te descubrirás como escritor en muchas ocasiones y en otras te sonrojarás de lo que escribiste… ¡Al menos a mí me pasa!

Desentrañar la historia que llevas dentro es muy bonito y apasionante… Pero corremos el peligro de algo terrible: la perdida de la objetividad. Además de escribir también soy editor, y puedo decir con rotundidad que muy pocos autores se dejan llevar por la visión objetiva del editor. Una visión que además de conocer mejor que el autor el mercado (al menos el público que sigue a su sello editorial que es a quien se va a dirigir) es capaz de leer su obra con conocimiento de causa, promediando con otras muchas obras diferentes a la suya (del autor), y sobre todo porque los consejos que pueda dar son a su favor, pues se va a jugar los cuartos y tendrá que recuperarlos. ¡Si los consejos no fuesen buenos, sería tirarse piedras contra su propio tejado!

Bueno, como Ana me disculpo yo también por la longitud, pero esto pasa por contar en los blog con escritores 😉

Un cordial saludo.

Respuesta de Nestor Belda

Hola, Mariana.

Como bien dices, este tema da para mucho.

Hay un aspecto muy importante a tener en cuenta. La estructura tradicional planteamiento-nudo-desenlace (P-N-D), como muy bien indica Ana Bolox, es argumental. Es decir, sigue el orden cronológico de la historia. Sin embargo, la trama puede alterar ese orden y tener una estructura narrativa no argumental o anacrónica, por ejemplo, N-P-D, que sería caso típico de comienzo “in media res”. Sea como sea, los tres “actos” (P, N y D) deben aparecer en la historia, incluso cuando la estrategia narravita sea, justamente, romper con el orden cronológico.

Esto es importante porque hay que distinguir las diferencias entre argumento y trama. La trama puede no ser cronológica, el argumento siempre lo es. Y una curiosidad: El autor parte del argumento para luego disponer esa sucesión de hechos en una trama. En cambio, en el lector el proceso es inverso.

autores y brujulaDel mismo modo, hay que distinguir línea de acción de trama. La línea de acción es la historia que se lee, y la trama es la disposición de los hechos y la integración de los elementos estructurales (espacio, tiempo, personajes…) que el autor realiza. La trama no se lee, se percibe.

Por otra parte, estoy parcialmente de acuerdo con Humberto respecto a que “dejarse llevar por la inspiración tiene cierta dosis de inmadurez literaria”. Es cierto que la falta de conocimientos técnicos de los escritores en ciernes los lleve a no planificar, pero hay autores que tienen una brújula maravillosa. Ahí tenemos a Stendhal. Llevo 40 años escribiendo cuentos, cuyas estructuras domino mentalmente. Ahora me estoy embarcando en una novela. La tengo clarísima en mi mente, sin embargo ya tengo mi “planning” documentado que me permite tener una “vista panorámica”.

Bueno, espero haber aportado algo interesante.

Un beso.

--> El 62,2% de la población se dice lectora

--> El 56% lee por ocio o tiempo libre

--> Las mujeres tienen una tasa de lectura de un 66,5%, frente al 57,6% observado en los hombres

--> Las tasas de lectores son mayores en personas con estudios universitarios

--> El 77,8% son solteros que viven en casa de sus padres   

estudio lectura

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha publicado la 'Encuesta de hábitos y prácticas culturales en España 2014-2015' el pasado mes de septiembre. Los resultados de la encuesta indican que la lectura es una de las actividades culturales más frecuentes, en términos anuales, con una tasa del 62,2%, junto a escuchar música e ir al cine. La población analizada lee al menos un libro al año, cifra que representa un incremento de 3,5 puntos porcentuales respecto a 2010- 2011. Las tasas de lectura anual ascienden muy significativamente al aumentar el nivel de estudios hasta alcanzar, entre aquellos con formación universitaria, el 91,7% en el último año y el 84,1% en el último trimestre. La encuesta investiga el formato de libro utilizado por los lectores anuales: el 59% de la población total analizada utiliza el soporte papel y el 17,7% soporte digital.

Leer documento completo sobre hábitos y prácticas de lectura Fuente de información MEC

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Cuando los mandamases del Gobierno dicen que ya no estamos en la crisis. Cuando los bancos vuelven a tener beneficios millonarios. Cuando los parados ya son menos pero claramente insuficientes... Es cuando otra vez a todos se nos prenden las velas de la esperanza y volvemos a querer sonreír.

En los últimos siete años -la famosa crisis- los editores, los grandes y los pequeños, hemos hundido nuestro empeño en un lodazal que nos ha dejado exhaustas las fuerzas, las cuentas corrientes en números rojos y la iniciativa que nos caracteriza, a veces osada y otras intrépidas, anulada por miedo al que será. Las crisis, siempre lo he dicho, hacen más bien que mal a medio-largo plazo. Son como las crecidas de los ríos, arrasan, pero limpian, renuevan y modifican el curso reavivando su naturaleza. Las crisis son también eso, economías desbordadas por falta de control y previsión que dejan dolor a su paso pero que terminan colocando a cada uno en su sitio. Una vez que he expuesto mi visión optimista de lo bien que, según mi teoría, nos va a ir a partir de ahora (ironía on), trataré de explicar qué no ha cambiado del sector editorial y por qué no terminará yendo bien a pesar de mi cosmovisión de las bondades de la crisis. Del sector editorial ya hablé hace tiempo, pero hay que insistir.

Para empezar creo que el sector editorial sigue anclado en un modelo estructural de los 60-70 donde no había nada más que los libros como canal para adquirir cultura y que entonces no existía como existe hoy competencia con la aldea global de Internet. Sin embargo todo sigue igual, y el gremio, los editores y lectores se limitan a debatir si libros de papel o ebook. Autores, editores, distribuidores, libreros y lectores. Esta es la cuestión y hoy el libro se mueve en una vía muerta de crecimiento, que cada vez huele más y peor a letrina pública.

El editor está arrastrado por una viciada inercia de décadas. Posiblemente porque a grandes rasgos pensamos que todo el mundo lee lo que le pongan por delante y todavía, a esta altura de la película, no nos hemos dado cuenta de que los lectores cada vez seleccionan más sus lecturas, no solo qué lee, si no cuándo lee y dónde lo hace. Quizá no nos hemos dado cuenta de que los lectores leen mucho y hay mucho a disposición del curioso lector en las redes sociales, los blogs y los pirateos. Y, esto seguro, no sabemos cómo dar valor añadido a lo que ofrecemos industria editorialpara competir contra todo eso. Todavía nos queda un clavo ardiendo al que cogernos: aportar información agrupada, buena y fiable, que ahorrará  mucho tiempo de buscador al lector interesado.

Pero sabemos que esto no es suficiente. Que los editores tenemos que ir a más, mucho más. Por ejemplo la especialización de temas, los autores más señeros y con más repercusión en redes sociales, involucrados definitivamente en la promoción del libro y que apuesten codo con codo en la edición para que ambos salgan ganando. Si olvidamos que estamos en una industria de ideas, pero industria al fin y al cabo, estamos acabados, y a lo mejor eso es lo que nos pasa, que lo olvidamos.

El distribuidor que olvidado de su quehacer no da nada más que una función logística de ir y venir con los libros, y los que se vendan bien y los que no ...¡se siente! Siempre he pensado que un distribuidor debe ser el departamento externo comercial del editor, su brazo largo en el mercado para colocar títulos en los lugares adecuados (no todos los títulos encajan en todas las librerías), recoger información y decirle al editor por dónde van los tiros, por qué no se venden sus novedades y qué es lo que demanda el mercado. Hasta la fecha ningún distribuidor me ha pasado jamás un informe, solo la liquidación de ventas mensuales y las devoluciones de libros que anteriormente dijeron que sí, que estaban vendidos. Si el distribuidor no cambia y no propone nuevas forma de trabajo, más comprometidas, más uña y carne con el editor, será devorado por el mercado como ya sucediera por ejemplo con los distribuidores de alimentación y las grandes superficies. Un distribuidor no es un mero departamento logístico. Eso ya existe y cobran menos que ellos...

La librería es ese punto de venta especializado en la venta de libros del que cada vez quedan menos. Parece de perogrullo explicar esto, pero quedan ya tan pocas librerías que hay que ir dejándolo por escrito para posteriores generaciones y que no sepan qué era. Grandes ciudades como Barcelona y Madrid han visto cerrar librerías de las de toda la vida y a penas quedan libreros independientes que sepan dar aquel servicio (hablo en pasado porque esto ya no existe) a sus clientes con recomendaciones de libros adecuados a su público. No se atreven a la especialización y pretenden seguir viviendo del pelotazo de la novedad, del producto facilón de moda, de historias que explotan los bajos instintos y de poco pensar. Pero sobre todo pretende seguir viviendo (de esto grandes y pequeños) de un sistema que empobrece la correa comercial del libro que se denomina "ventas en depósito". Un sistema cuyo riesgo recae una y otra vez en la inversión del editor y de la que, junto al distribuidor, vive a expensas de él (del editor) sin que ninguno arriesgue nada del capital necesario para que el libro viva.

Creo que el sector editorial es el único que vive, y mal, con este sistema injusto. Solo el lector y el editor apuestan verdaderamente  por el producto editorial, y si esto es así, el editor podría sacar a la venta los libros con un 55% más barato, hacer ediciones digitales a justadas a la demanda y trabajar directamente on-line con el consumidor final. ¿Qué tal? ¡Y ojo, no es ciencia ficción! Esto ya se están viviendo en muchas tiendas virtuales que dan un servicio puerta a puerta en 24/48 horas, que te atienden personalmente, te ayudan a hacer la compra, te sugieren otros títulos, acumulas puntos para próximas compras  y... ¡además te regalan cositas por comprar!

El lector sigue siendo lector. No se ha dejado de leer, lo que pasa que, como en otras muchas cosas, tiene un poder importante de decisión, de cómo consumir (papel, ebook o en línea) y de cómo adquirir lo que lee. Lo que pasa, y me refiero a los editores, distribuidores y libreros, que el lector va por delante, no le satisfacemos, y él se busca la vida como puede.

Y luego queda el autor y la ley de libro. Otros elementos que conciben el sector editorial de forma demasiado legalista y personalista por querer ser garantista de unos derechos de autoría que valen lo que el mercado diga que vale. Una visión demasiado arcaica y que no es consciente de que el sector editorial es un sector industrial con resultados de valor contable y cuyo éxito intelectual lo define de alguna forma el éxito de las ventas. Sin embargo he de decir que los autores, muchos de ellos, son conscientes de la situación y del cambio que se ha producido y son capaces de llegar a acuerdos buenos y fiables para el mercado, sin que sufra ni el beneficio de ambos ni la intelectualidad del autor.

Necesitamos un cambio urgente y no veo que ni los gremios correspondientes ni las federaciones intervinientes muevan un pelo para hacer algo.

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La ciencia se compone de errores que a su vez, son los pasos hacia la verdad. (Julio Verne)

VerneCuando nos planteamos hacia dónde va la sociedad, la evolución tecnológica y la científica, a veces parece que nada de esto tiene demasiado valor, porque todo corre demasiado deprisa. Sin embargo el desarrollo de la sociedad ahora en el siglo XXI no es un hecho casual, ni siquiera algo que las nuevas generaciones consideren como propio. Hoy debe su presente al ayer, a cientos de hombres y mujeres que han vivido, quizá en muchas ocasiones sin ser conscientes de su valor como persona o como individuo insertado en una sociedad, siempre imperfecta e incompleta, también como la de hoy.

Julio Verne fue un gran visionario, que se esforzó en reinventar desde la narrativa un mundo tan nuevo que jamás llegaría a ver con sus propios ojos, pero que de alguna forma sabía que todo aquello llegaría algún día. La experiencia de vida como escritor compilaba una gran cantidad de experiencia acumulada y un corazón deseoso de que los parámetros de su tiempo cambiaran. Los tiempos de Julio Verne eran tiempos bastante convulsos desde el punto de vista social. Sin embargo las tecnologías eran lentas, quizá imprecisas y que en poco sustituían la mano del hombre.

Hoy la mano del hombre ha sido sustituida por las ideas, las máquinas y la información rápida y globalizada. El mundo editorial, no solo no es ajeno a los cambios, sino que lo sufre de forma exponencial. Un mundo global que lo hace todo tan cercano que parece hasta demasiado fácil.

Por una parte, los escritores no encuentran un sello que les edite, pero se les abre la ventana de la experiencia indi auto publicándose en la red, tratando de vender sus obras a un mundo desconocido, seguramente también tan desconocido como él mismo. Los editores tienen el corazón partido por un mundo lleno de posibilidades, de un mercado cada vez más abierto -y por eso más complicado-, a nuevas tecnologías que avanzan más rápido que la propia capacidad de evolucionar con él. Abierto también a nuevos peligros de pirateo, exigencias de formatos y nuevas formas de ganar o perder dinero.

LatadeSardinhasClassicaNo digamos nada de los distribuidores, un segmento dentro del sector que cada día se encuentra más infravalorado. Ya pasó con algunos otros sectores, que cambiaron antes su concepto industrial. Lo que pasa es que el sector editorial no solo es un sector industrial, también es un sector tremendamente humano porque ningún libro tiene sentido si no hay detrás una cabeza que piense para escribir y otra para leer. Cambiar los referentes intelectuales es más difícil, ¡gracias a Dios, hasta ahí podíamos llegar! que pudieran competir en iguales condiciones la venta de una lata de conservas que con las un libro.

Tendremos en la entrevista a Javier Celaya, posiblemente, hoy día, el referente más importante en relación con la edición digital mundial. Paty Camacho tratará con maestría y sus preguntas que puedan explicarnos a todos el sentido real de la digitalización, qué debemos saber de ella y por qué nadie debe tener miedo a enfrentarse a esta nueva revolución.

En el tiempo de tertulia contaremos con un editor tradicional, si podemos llamar así a los que lo hacen sobre papel, y una editora especializada en publicaciones digitales. Y situado entre los dos al Director General de la FEE (Federación de Editores de España) y seguramente, al final, saldremos con una idea más exacta de qué es hoy y hacia dónde va el sector editorial.

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Y un día más les saludamos Paty Camacho y el que les habla… Humberto Pérez-Tomé.

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BabelLos editores dan vueltas y vueltas en la torre de Babel del sector editorial. La idea es cómo salir del agujero, porque nadie sabe cómo hacer para reactivar un sector tocado profundamente por la caída de ventas y un mercado saturado de novedades incapaz de digerirlo con dignidad.

Que el sector está tocado, es un realidad dolorosa, sobre todo por los que viven en él y de él. Al principio, cuando se negaba la crisis allá por el 2009, las editoriales todavía vivían bien. Luego, cuando era ya tan evidente que no se podía hacer nada excepto hundirlo todo para volver a empezar desde el principio, las grandes vivían de las rentas. Y ahora, cuando la crisis ya no es financiera, si no de consumo, todos nos echamos las manos a la cabeza porque todo está roto y no hay mecánicos lo arreglen. [Las razones de la crisis la traté en otras entradas VER AQUÍ]

Quizá muchos lo han pensado, pero nadie lo dice en alto. Quizá la situación pide a gritos una cura con hemorragia, porque sobre todo la estructura del sector debe cambiar. ¿Puede ser porque muchos quieren seguir viviendo de un libro de 20 euros? Cuando la familia es la misma pero entra solo el 20% de lo que ganaba hace 5 o 6 años, es difícil levantarse de la mesa sin hambre.

Vamos a ver: desde que el autor pone una obra en manos del editor, hasta que un lector toma la decisión de comprarlo, hay al menos un distribuidor, un librero y un transportista que cobran por ese producto, más los costes de fabricación, el % del autor y las necesarias ganancias del editor para seguir pudiendo invertir en nuevos productos. Que no digo que sea injusto, que cada obrero es merecedor de su salario, pero lo que no da más de sí es lo que un libro es capaz de hacer por tantos.

Y si el sector no se renueva en  estructuras y planteamientos de formas en el negocio todos -TODOS- moriremos. Los tiempos cambian que es una barbaridad, y nosotros nos empeñamos en seguir siendo lo que éramos, y no, ¡qué no vamos! que así no vamos a ninguna parte.

vieja librería¿Y qué es lo que yo creo que será tendencia en el plazo de los próximos cinco años?

Pues que los distribuidores quedarán reducidos a unos pocos, enormes y poderosos, para editoriales de gran rotación y el resto de las editoriales medianas y pequeñas, trabajarán directamente con el librero interesado por su fondo e incluso con el particular en directo. Es por esto que algún editor ha desistido ya de trabajar con distribuidores; ¿que venderá menos? (o no), pero lo que vende lo vende y arriesga lo justo en producto, transporte, etc. Da más descuento al librero, pero trabaja en firme. No dudo que ya es una tendencia real en pequeñas editoriales con fondos muy definidos cuyos lectores saben a qué librerías dirigirse para adquirir los textos.

Las tiradas menguarán, sí, aun más, ya que las tecnologías permiten trabajar desde la unidad. Y entonces tocará hacer números muy serios, porque la tarta, cuantos menos libros vendidos, a menos ración toca.

Las novedades sufrirán un importante freno y los editores tendrán que saber discernir con más claridad qué es lo que va ebook, qué serán pedidos por demanda y qué destinará a distribución general o local en formato de papel. Hay una banda más ancha para vender, el mercado es más universal y las puertas son muchas, pero por ellas pasan muchos entrando y saliendo a la vez, y habrá que saber cómo organizar los turnos para atropellarnos.

El autor y el editor se convertirán en un equipo asociado por medio de un contrato que les una en el riesgo mercantil del producto (de hecho, está pasando). Ya no existirá el autor que escribe y mientras duerme le llegan los royaltis. Ahora el autor se convierte en un trabajador de su obra, vinculado a su capacidad comercial, y será él quien se empeñe en que su libro se vea y reconozca a través de presentaciones, entrevistas, remitidos a prensa y críticas literarias que, junto al editor, harán que las redes sociales ardan con su nombre y su título. Y el editor será un agente literario de sus autores, propagador de la distribución, buscando huecos en el mercado donde meter sus títulos, procurando oportunidades al autor. Cada uno en su papel para un proyecto común.

Los acuerdos económicos se revisarán de arriba a abajo: entre el autor y el editor (pago de la edición y cobro de honorarios); los descuentos de  las ventas, si son directas a librerías subirán; si son descargas dónde y cómo; si es por demanda, quién se encarga de suministrarlo; si es el distribuidor habitual, hasta que punto se compromete en la venta del libro, no solo "colocar".

Tiene que desaparecer el sistema de depósito. Es casi el único sector industrial (sino el único) que trabaja de este modo. No puede ser que solo sea el editor quien arriesgue financieramente en el producto. Es un sistema "demasiado cómodo" para todos, menos para quien edita, y que lo que sobra le retorna sin ninguna responsabilidad por aquellos que se hacían cargo comercialmente del producto.

Y por ultimo flexibilizar la Ley del Libro, en lo tocante a dos aspectos: primero, libertad de contrato entre autor y editor, respetándose y dando por valido jurídicamente los acuerdos tomados entre ambos; y segundo, la posibilidad de tocar el precio en libertad de mercado. ¿Por qué si un librero ha conseguido un buen descuento del editor, no puede ofertar al mercado más barato que otros? Sí, lo sé, para muchos es demasiado liberal esta idea, pero pregunten, pregunten a los autores si prefieren vender ejemplares de su título porque alguien puede hacer una oferta aunque gane menos, que por tener un precio "digno" y blindado con una Ley restrictiva vea como los lectores se tiran a otras ediciones de bolsillo, si las hay, claro...

Espero aportaciones, que seguro que las hay y muy interesantes.