La enrevesada e inexplicable crisis de los libro.

De todo lo que podamos escribir en este blog nada tiene sentido sin que tratemos de explicar qué está sucediendo con los libros, su metamorfosis tecnológica y su crisis que no acaba. Una crisis que reúne dos factores. Por un lado la económica que nos afecta en todo. La otra, es la propia, esa crisis del sector editorial inmerso en un cambio tecnológico que no terminan de digerir todos los actores del sector (desde el autor hasta el lector). Y también la3 crisis editorialmanera de consumir libros. Consumir libros desde el punto de vista de cómo se compran y cómo se leen.

Desde los años setenta hasta finales de los noventa todo iba bien, incluso muy bien. Un pequeño editor -y no digamos uno grande- bien situado podía ganar mucho dinero, y lo han hecho. Sobre todo el editor español que vendía en España y en todo Hispanoamericana, lugar donde hacían doblete porque vendían los nuevo y con lo que ya había hecho caja en España. Pero salvando esta dorada época del editor, y de todos los que caminaban con él (distribuidor y librero), que ya ha pasado a la historia, es más que posible que no vuelvan esos tiempos porque los tiempos han cambiado, ¡y de qué manera!

¿Por qué razones el sector editorial no despega, si ahora además del papel también tienen soportes electrónicos? Analicemos la actualidad interna del sector en tres grandes rasgos:

La Ley del Libro que, por una pretendida protección a los derechos de autor, bloquean el precio, dejándolo fijo excepto un "agresivo" 5% de descuento en el precio de tapa. Sin duda es una razón que frena el consumo y las posibilidades de aumentar la facturación por medio de la incentivación de mercado. No importa los descuentos que se puedan ofrecer dentro de la cadena comercial, ni la cantidad de libros que se puedan vender en una sola factura, el precio final PVP será el mismo siempre en todo el territorio español, y en otros territorios también.

El modelo de mercado: trabajar en depósito. Un sistema verdaderamente nocivo porque se convierte en un embudo para los editores que son quienes acarrean con la inversión, con la responsabilidad contractual y la jurídica. La Ley del Libro ya citada impide que los libreros o los editores en sí puedan hacer ofertas de invierno o verano como en cualquier otro comercio. Es un sector intervenido por una ley férrea que no se pone al día para los tiempos modernos, globales y tecnológicos, y que cada vez son más virtuales.

Los derechos de autor. Sí, los derechos de autor, aunque parezca mentira. El autor es propietario de la obra pero en la parte intelectual y que blinda las posibilidades de que el propietario de la obra industrial, el editor, siga obligado a pagar por el precio de tapa, se venda o no se venda o en qué condiciones se venda. Este último no puede hacer ofertas para colocar el producto con ventajas económicas y que por lo tanto el autor cobre honorarios, no en función del PVP, sino en relación a la facturación real del editor.

Pues todo esto hace que grandes monstruos como Planeta se tambalee, o que pequeñas y medianas editoriales de toda la vida vean reducir sus plantillas de profesionales y eviten gastos que antes se daban por supuesto (correctores, ilustradores, maquetadores de prestigio,...) y traten resolverlo de forma "casera" bajando la calidad final del producto por querer seguir manteniendo el negocio del que seguramente no pueden salir porque sus deudas o la financiación externa no se lo permite.

Sin embargo es un sector no solo necesario, también demandado porque la oferta sigue aumentando aunque la demanda parezca que no crece. Pero uno se pregunta dónde se meten los lectores y no queda otra que responder que siguen estando pero distribuidos en otra formas de leer. Ya no solo se lee papel, también se hace en tintas electrónicas o pequeños monitores de 7 u 8 pulgadas. Que sí, que ya que sabemos que a todos nos gusta ese olorcito del papel, el tacto sedoso de calidad literariaun buen offset o la calidad de un estucado bien cepillado... Pero miren ustedes, el libro electrónico ha llegado para quedarse. Se na invertido miles de millones en tecnologías, en plataformas e implantaciones electrónicas y eso no se va a tirar por la ventana.

Y lo cierto y real es que esos lectores "perdidos" están felices porque lo que hacen es distribuir sus lecturas según cuáles en diferentes soportes: analógico o electrónico. La realidad es esta: que cada vez más, los lectores habituales son híbridos a la hora de elegir el soporte de sus lecturas. Y tan esto es así, que el gigante Amazon que comenzó su andadura como vendedor de libros -y ahora vende hasta ropa interior- es el gran escaparate mundial de libros electrónicos. De hecho es donde todos los escritores indi -escritores independientes, para entendernos- publican sus obras. Las paradojas de la globalización hace que esto, aparentemente tan bonito, tiene el defecto que en el todo vale -lo bueno y lo malo- cuando no existe un criterio de selección, la calidad se relativiza y junto a maravillas literarias se presentan basuras que dicen que son novelas.

En resumen: el sector debe renovarse; seguir avanzando en la confianza del trabajo de los editores que no es otro que el de seleccionar obras que ayuden a mejorar el mundo, el sector (los gremios) tiene que mover ficha. Y para eso la Administración debe ser consciente de que ellos son los que pueden propiciar las leyes y los cauces que hagan posible esta realidad.

NOTA: Si quiere saber más sobre la renovación de este sector, en mi blog hice una entrada que corrió de monitor en monitor y que quizá le pueda interesar Muerte y resurrección del sector editorial... ¡Ya veremos! que contiene otros enlaces relacionados.

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