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Libertad. La democracia es eso, libertad. Sin embargo, cuando la libertad está consensuada por unos pocos gracias al empoderamiento al que acceden por medio de las urnas, la libertad no es lo que es, sino la forma ineludible de actuar en sociedad.

Libertad. La RAE específica hasta 12 acepciones para esta palabra que ha sido sobada, manipulada y deformada por políticos populistas, filósofos interesados y el vulgo siempre cuando le ha convenido. Pero me quedo con las dos primeras que creo que son las que de alguna forma más nos afectan:

  1. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
  2. Estado o condición de quien no es esclavo. En democracia se vende este concepto porque se nos dice que podemos elegir libremente a quien deseamos que nos gobierne, es decir, a esos cuya confianza formalizamos en las urnas para que cuiden de nuestras vidas y favorezcan el bien común. Una libertad que nos hace creer que si salen los nuestros nuestras vidas mejorarán y, si no, no serán tan buenas como podríamos imaginar.

 

Por lo tanto tendremos que asumir la responsabilidad de nuestros actos cuando a los que votaste una vez que gobiernan, no lo hacen pensado en nosotros, sino en sí mismos. Es decir, la democracia actual consiste en que participamos en libertad para que los políticos se blinden con nuestros votos en una dictadura. Una dictadura que, cuando es mayoría, se vuelve en dictadura absoluta.

Cuando los políticos o las personas que acceden a gobernar no se rigen por los principios que les definen y son corrompidos por el poder, corrompen a los que les rodean y corrompen la razón para que todo esté de su lado, da lugar un Estado fallido porque estafa la libertad prometida al ciudadano. Cuando las decisiones de Estado se rigen por la ética del pensamiento dominante y carece de razones morales, el ciudadano está perdido porque no tiene más salida que soportar heroicamente lo que deciden por él. Entonces el punto 2 de la acepción de Libertad deja de tener sentido, porque somos esclavos de una libertad consensuada.

Populismos llenos de eslóganes y vacíos de soluciones; nacionalismos que excluyen otras formas de pensar y querer vivir; leyes que se ejecutan aboliendo uno de los principios fundamentales de un Estado de Derecho, como es la presunción de inocencia; los medios de comunicación convertidos en voceras de los intereses financieros e ideológicos; y la masa social cautiva por su baja intelectualidad, moral y reflexiva... Entonces estamos ante un país camino de la ruina. Toynbee dejó muy claro este punto: Las civilizaciones no mueren asesinadas, sino que se suicidan.

Llevamos años de vaciado moral, huyendo hacia delante de nuestra identidad cristiana, en una constante disolución de nuestros principios y nuestras costumbres. Apisonados por una cultura constante de la muerte: el aborto, la eutanasia, la maternidad subrogada, la degeneración de la lucha de géneros. Unos pocos empujan y empujan para que la sociedad sea una masa enorme y deforme fácilmente manejable.

Muchos ya lo ven como algo normal, una vana evolución del ser humano. Menos se rebelan contra este cambio pero callan cómplices, o cobardemente, casi peor. Y pocos, muy pocos, pelean arriesgando su fama, su carrera, su fortuna, estudiando y formándose para combatir desde la intelectualidad este ataque salvaje y democrático contra la dignidad del ser humano.

El final de los tiempos, como dice el Marqués de Tamarón en su prólogo, “es una alegoría política del presente y barrunto del futuro, y un relato de aventuras, y una historia de amor, y una descripción, a veces cómica, de la estupidez suicida del género humano”, y además, “una búsqueda de lo sagrado”.

La peripecia de los protagonistas se desenvuelve en una acción trepidante donde la intriga y las maniobras de poder se combinan con un código simbólico que el lector descubrirá poco a poco. Una crítica global del mundo contemporáneo que irritará a los conformistas y estimulará a los disidentes. Quizá el final de los tiempos ha comenzado ya.

La vieja civilización ha muerto, asesinada con saña. El nuevo orden del mundo ha proclamado la muerte del espíritu y la condena de la Historia

José Javier Esparza acaba de publicar con Sekotia una novela distópica de fuerte carácter cristiano que trata de momentos demasiado presentes. Realmente es la renovada publicación que ya sacara hace más de 12 años bajo dos títulos diferentes: El dolor y La muerte, pero en esta ocasión revisada y estructurada en tres partes, ya que a los dos anteriores se añade Los diarios de Román, que es el nexo de unión entre las anteriores partes ya citadas.

Por lo tanto, con El final de los tiempos, realmente nos encontramos ante una novedad literaria porque se ha convertido en una obra diferente. En todo caso, y teniendo en cuenta que la trama y los hechos que se narran tienen ya casi 15 años desde que se escribieron, sin embargo asusta ver la realidad de lo que vivimos hoy en nuestras calles y nuestras vidas.

Dice la sinopsis: “En un paisaje sin Dios ni identidad, el dinero y la técnica imponen su dominio. La religión es un sucedáneo y la democracia una pantomima”. Pienso que sólo esta frase define con claridad el espejo social en el que se mira esta novela, que como bien dice el autor: “El final de los tiempos es una novela futurista, pero no es ciencia ficción: se trata en realidad de una alegoría de nuestro propio tiempo”.

¿Quieres saber más de este título? Escucha este podcast de SomosLibro donde entrevisto a José Javier Esparza en profundidad.

La corrupción de la razón es una de las consecuencias más evidentes del relativismo decadente, que provee al nihilismo contemporáneo de una existencia basura, sin futuro y de horizontes planos, porque nunca pretende ver qué hay de verdad o de mentira en los hechos y en las personas.

posverdadLa verdad y la mentira es algo que orienta a las personas hacia una existencia real y personal, que nos sitúa en un plano de evidencia en relación con los demás y la sociedad en general. La verdad y la mentira están en el plano del juicio moral, por eso es importante. Tan importante es, que el relativismo se ha encargado de destruirlo y lo ha sustituido de manera casi inmediata, consensuándolo a través de la ley. La verdad y la mentira ya no es lo que es moralmente o no, que puede ser incluso subjetivo. La verdad y la mentira ya es lo legal y lo ilegal. Las leyes han sustituido el concepto de bueno o malo por lo que la ley me permite y se puede hacer, o no. Es legal abortar pero no ir a más de 120 km/hora en la autovía. Una manera perfecta para manipular a la sociedad desde la ley, creando normas y fabricando nuevas costumbres, comportamientos humanos.

La posverdad ha llegado para deconstruir más la razón razonable porque se maneja desde la sinrazón de los sentimientos. Así, solo desde lo que somos capaces de sentir, podemos justificar de manera vehemente, incluso violenta, nuestra opinión, que no razón. Somos capaces de justificar desde el amor -de hecho así lo hacen muchos buenistas-, la homosexualidad o el animalismo, con las formas más agresivas que el pacifismo nos autoriza como son el acoso, el insulto y saltarse la ley si es necesario. Y por el contrario, desde el odio, por ejemplo, podemos agrandar la ola salvaje del nacionalismo porque nadie piensa en qué sucede y sus consecuencias. La acción solo está dominada por el sentimiento, sin pasar por la cabeza, y provoca un exacerbado amor a las ideas propias y por ende odio a las ajenas.

El relativismo imperante ha hecho rodar las tendencias más enfermas de la razón humana: materialismo, individualismo, nihilismo y la posverdad, que ha sido agitada intencionadamente desde las redes sociales por unos e imitadas por todos los demás, es decir, la mayoría, lo que provoca sin duda una tendencia de comportamiento relacional. ¿Cuál es la evidencia de que somos practicante de la posverdad? Primero: prejuicios, va por delante una idea preconcebida de algo o alguien que nos pone a la defensiva. Segundo: nos creemos sin contrastar lo que nos interesa y rechazamos por lo mismo lo que consideramos que nos ataca.

La posverdad ha sido la puesta en marcha con evidente éxito por los populistas, porque la posverdad es un arma muy eficaz para hacer propaganda política y para las apologías más variadas.

En efecto, volver a leer lo que en otros tiempos fue un éxito es enganchar con la seguridad de que leerás algo bueno y por lo tanto aprovecharás bien tu tiempo, y saldrás ganando sí o sí por varias razones.

Veamos algunas de ellas:

  1. Una historia escrita, cuando se reedita generación tras generación, normalmente es porque está por encima del orden del tiempo.
  2.  Una historia escrita hace años, y que sigue reeditándose, es capaz de presentarse a cada lector como algo bueno para él sin que los personajes o estilo narrativo influya en la decisión de lectura.
  3. Otra cualidad de las novelas de hace años es que estaban basadas en historias llenas de valores intrínsecos del ser humano y no supeditadas a las modas de hoy o a la censura de lo políticamente correcto. Esta última dice que no gozará de éxito si no se incluyen determinados parámetros ideológicos para parecer que no eres homófobo o islamófobo o que por el contrario comulgas religiosamente con el ecologismo o el feminismo dominante.
  4. Entre las historias publicadas de hace años también verás que son obras transcendentales, es decir, que van más allá de la mera historia y provocan en el lector reflexiones profundas, no solo sentimentalismos pasionales que enferman las verdaderas emociones de la pena o el amor, por ejemplo…
  5. Leer novelas que no sean novedad no es sinónimo de viejo, caduco, retrógrado…, que los críticos de salón se empeñan en señalar socarronamente a los que sencillamente alaban a autores de otras épocas, como si solo existiese en la vida el presente continuo.
  6.  Leer obras de éxito, publicadas en otros tiempos, dice mucho de ti, para empezar que tienes una gran personalidad y que no te dejas llevar fácilmente por el qué dirán.
  7. Porque la literatura nunca muere, porque los grandes autores son universales y han roto la barrera del tiempo, los corazones fríos y las cabezas duras.

propuesta clasicosCautivado por la Alegría (Encuentro). C. S. Lewis cuenta su conversión del ateísmo al cristianismo. Una historia con una carga autobiográfica en la que su capacidad creativa no deja indiferente a nadie, porque si bien la historia es importante para comprender a este ensayista del sigo XX, la manera de exponerla y su capacidad descriptiva es completamente maestra y me atrevo a recomendar a muchos autores modernos a darse un repasito por estas páginas y aprender lo que es la narrativa minimalista y claramente suficiente. En todo caso se trata de una historia “insoportablemente personal” como dijo en cierta ocasión el propio Lewis.

El peregrino ruso (Bendita María) de Anónimo. Si quieres una historia algo subida y en tono espiritual, esta es la novela que debes leer. Se trata del peregrinaje de un personaje por tierras rusas, donde se cruza con caminantes y experiencias diferentes que le hacen ver la gran gloria de la vida y lo cerca que todo está de Dios creador. Una narración que engancha al lector porque, como en casi todas estas narraciones, surgen del interior de la persona donde todos somos tan parecidos. Es consolador ver que hace décadas, en otros mundos y otras culturas, las pasiones y las debilidades humanas son tan coincidentes.

Mariana Sirca (Buey Mudo). Grazia Deledda fue Premio Nobel de Literatura en 1926… Posiblemente la autora más dulce, contando con sencillez lo enrevesado de la vida. Mariana Sirca es una historia de amor de bandoleros, de libertad y de costumbres arcaicas que someten al individuo en las zonas sardas. Una historia que muestra el buen estilo romántico y trágico sin necesidad de caer en lo erotizante de los tiempos que vivimos, donde si no se acude como “argumento de peso” a  lacerantes escenas de sexo, no eres nada… ¡Bueno sí, un estrecho católico represor! En fin… Ahora en serio, si desea volver al buen gusto y a la tensión literaria, no deje de apuntarse esta obra para leer, no en vano tras las páginas de esta obra hay una Premio Nobel.

La piedra lunar (Homolegens) de Wilkie Collins. El propio autor dijo de esta novela que: “Mi meta ha sido señalar aquí la influencia ejercida por el carácter sobre las circunstancias”. Intriga y pasión mucho antes de que llegara a nuestras estanterías el afamado Sherlock Holmes. Collins facturó esta novela de tintes orientales con el glamour británico de la época victoriana. Muy entretenida y es una demostración de novelas de éxito de hace muchos años que no admiten el paso del tiempo.

El hombre que fue Jueves (Sekotia) de G.K. Chesterton. Si hay un clásico reconocido por todos es precisamente Chesterton y de sus obras novelescas -¡y no digamos de los ensayos!- quizá sea esta la que más se ha leído, versionado y “peliculado”. El argumento es sencillo: poli bueno se introduce en una banda de supuestos pretendientes a dominadores del mundo. Sin embargo, es en los diálogos y los razonamientos del narrador donde está la miga de la historia, porque Chesterton, ya lo saben, no daba puntada sin hilo. Pero esta versión de Sekotia aporta una novedad que la hace diferente, y posiblemente insuperable por esto mismo, que está anotada por el gran Martin Gardner, el maestro matemático y biógrafo del autor, que con gran habilidad aporta significados o explicaciones a la obra para que el lector le saque hasta la última gota. Si quiere aprovechar el libro, esta es su ocasión, no la pierda…

ventiladorAndaba por la calle desesperado. Las ganas de aliviarse con una meada, era en cada segundo más acuciante. Había cenado hacía nada. No  tenía ganas de consumir para cubrir el peaje para mear en un local. Paso por una terraza atestada de jóvenes. En un cartel, hecho con la impresora de casa, anunciaba que las cañas sólo costaban 0,40€. Ese era el señuelo para que todos se agruparán como una tribu al rededor del aquelarre del serpentín. No se lo pensó más. Giró 90º he hizo chirriar los tacones de sus zapatos en las tablas sucias de cerveza derramada a la entrada del local. Dentro olía a mierda, a sobaco, a sexo contenido, a orín macerado en el suelo. La edad de nuestro hombre desencajaba en el ambiente. Todos, ellos y ellas, como diría Pedro Sánchez, le miraron. Sintieron que un cincuentón invadía su terreno. Pero la edad es un grado, y  les despreció. Se dejó guiar por una especie de instinto animal para encontrar el agujero donde desaguar. Bordeó la barra, giró a la izquierda. Luego una escalera... Arriba, como en un torreón, estaban los urinarios. Las puertas abiertas, como si todos los que salieron lo hubieran hecho huyendo. Se bajó la bragueta, casi se derrama en las manos. El chorro salió irrumpiendo contra el fondo del inodoro y sonaba como un tam-tam de la selva, era salvaje. Con los ojos cerrados disfrutó del placer de sentir cómo se relajaba la vejiga. La próstata hizo su trabajo con satisfacción. Luego, al final, cuando se sacudía para no llevarse al calzoncillo la última gota, abrió los ojos y lo vio. Aquel ventilador que no ventilaba, con ese empalme penoso y lleno de mierda ambiental pegada por la humedad, por el abandono, por el hedor macilento, ahora materializado. "Si lo sé, no entro a mear aquí", pensó asqueado mientras lo miraba morbosamente. Pero otra voz, haciendo eco tras sus orejas, le decía: "Ya, ahora que lo has echado todo", y se reía con la resonancia de la muerte.


Un grupo de cinco amigas, en corro sobre la arena. Podían ser universitarias o compañeras del Mercadona aprovechando la hora libre de comer. Todas hablan a la vez y se daban crema con ansia y placer. Entre ellas hay una que destaca por sus carnes blancas, su bikiny rosa chicle ácido y su volumen extremo. Todas han terminado con el rito de la crema. Unas ya se tuestan boca arriba y otras, más rezagadas, recolocan y planchan con la mano la toalla sobre las microdunas de la arena. Sólo ella, la gorda, sigue untándose protección en un muslo. Parece que no acabara nunca.
Se les echa la hora encima y alguna recoge ya para irse. Pero ella acaba de tumbarse boca abajo para entonar la espalda.


china tatuajeChina de "masaje o tatuaje" que se acerca a una rubia. Le enseña un cartel con el que explica el servicio. La rubia pregunta "cuánto". La china extiende sus cinco dedos de la mano derecha y mantiene una sonrisa lo más comercial posible, casi sumisa. La rubia dice que " Aquí ", señalándose el lado alto de la espalda. "No plobema" parece decir la china. Cierran el trato, la rubia se retira el pelo de la nuca y la china le suelta la parte alta del bikiny. Se unta de aceite y ¡a trabajar!


Una chica tumbada en la playa tomando el sol. Hasta aquí lo normal. En un lateral de su cuerpo un tatuaje desde el alto muslo hasta casi la axila de unas ruedas dentadas haciendo engranaje entre ellas. ¡Precioso, súper chulo! Toma el sol boca arriba, las manos tras la nuca. El sobaco peludo de un minero y las inglés de un  camello.

Sí, es verdad que las editoriales están pasando una crisis de aúpa y también es cierto que las editoriales no paran de nacer para reconvertirse. La crisis, de la que hemos hablado ya en otras ocasiones, es una crisis profunda en la que el propio sector se hunde en sí misma por sus propios defectos que no terminan de subsanarse, viciados en lo que ayer fue virtud y hoy defecto porque no ha sabido adaptarse al terreno.

Seguimos en un sector en el que el editor pone toda la carne financiera en el asador mientras que la cadena comercial sigue trabajando en depósito. Un depósito que hoy no sirve para nada si el mercado no es capaz de reaccionar y lo único que produce es un efecto rebote cuyos costes de traslado (devoluciones de libros no vendidos) se duplican. Estamos en un sector en el que los responsables de que algo pueda cambar no cambia. ¿Por qué? La mayoría de las respuestas que veo se refugian en la pereza y el miedo al cambio. Da miedo cambiar una Ley que ralentiza el resurgimiento y las relaciones ajustadas entre autor y editor, incluso una ley que propicie la racionalización del precio del libro para afrontar una situación de mercado que exige más flexibilidad y libertad de actuación. Los gremios que intervienen (algunos editores, libreros y distribuidores) prefieren morir poco a poco a cambiar de una vez por todas para dar un nuevo sentido comercial en el que todos expongan parte del riesgo en los costes de la producción de los libros.

autopublicacionY a pesar de esto, los editores vocacionales, siguen creando nuevos sellos que curiosamente apuestan por nuevos autores la mayoría totalmente desconocidos con los que se llegan a fórmulas de interés común con ellos. Resurgen las auto ediciones pero con una vuelta de tuerca que regenera la publicación de nuevos autores y nuevos títulos. Un panorama que convierte a esta manera de publicar en un abanico de posibilidades que se ha terminado llamando coedición, de forma que el autor ya no se autopublica ni le publican, si no que apuesta personalmente junto con el editor, por un sistema híbrido a partes iguales por su obra; el primero pone su esfuerzo intelectual y el segundo pone en marcha su estricta labor de editor (distribuir, comercializar, administrar y gestionar el almacén) de manera integral. También la parte económica se distribuye entre ambos, según qué o cómo acuerden entre ellos.

Un ejemplo muy constructivo de este tipo de gestión editorial es Gotas Publicaciones que proporciona al autor tres tipos diferentes de contratos que se ajustan a las necesidades -o posibilidades- del autor y su obra. También aporta un montón de posibilidades de mejoras a la publicación para que la apuesta del autor sea completa con la mayor garantía de éxito.

Pero -¡oh, sorpresa!-, también hay nuevos sellos que pelean siendo editores 100%. Aparece la paradoja de pequeños sellos que apuestan por autores desconocidos o casi desconocidos en la que, si bien no es una coedición, la actuación involucrada del autor es imprescindible. Ya no basta con escribir y esperar a ver cómo llega el triunfo. Ahora hay que salir a la calle y buscarlo... y encontrarlo. Algo parecido a lo que pasa con al sector de la música: no basta con sacar el LP y vender copias. Ahora sacas la canción/nes y ardes en deseo en que todo el mundo que pueda se las descargue, y se emocione, para llenar los conciertos de la gira que su manager le ha organizado para ganar dinero. La misma canción cantada un millón de veces durante el verano para ser el amo de las plazas de toros y polideportivos de toooodos los pueblos de España. Así pasa también con los escritores, que tienen arañar entrevistas en radio, reseñas en la prensa y presentaciones las que se puedan aquí, allí y allá.

Pongo dos ejemplos de nuevas y pequeñas editoriales: Un libro en el bolsillo (mayo 2015) funciona determinando el  mercado de influencia por cercanía. Cuenta con distribución nacional pero solo lo hace en los lugares de influencia del autor. Es decir, el autor es nuevo (o casi) y su fuerza de ventas estará precisamente en el influjo de compromiso con los conocidos (familia amigos, vecinos, compañeros...) y que estos se conviertan en los mejores comerciales de su obra gracias a la recomendación boca-oído, la mejor publicidad. Otro ejemplo es Librando mundos (septiembre 2015) cuya apuesta se hace en el duro camino de las redes sociales. Lanzan un título y hacen que Twitter, Facebook y Amazon arranquen comentarios y que gracias a sus seguidores, replicando el título y el autor, lo conviertan en un fenómeno viral de masas. Una vez más, en un caso y otro, el autor y editor deberán estar involucrados al 200% para que todo esto funcione.

Pero haré un aviso a navegantes: estos dos sellos mencionados, son solo un par de ejemplos de lo que está sucediendo en esta revolución silenciosa: nuevas y pequeñas editoriales sin capacidad de inversión en marketing y grandes eventos. Que no tienen dinero pero sí muchas ganas de luchar y de renovar el panorama agónico de este sector tocado y semihundido.

Si escribes, busca editor. Si no lo encuentras, hágazte hueco en el mercado con estas nuevas herramientas, porque otros como Dostoievski, Proust, Stevenson... comenzaron así, autopublicándose, y entonces las cosas no eran más fáciles que hoy.

Lugar recomendado Gotas Publicaciones, con 3 tipos de contratos adaptables a tus circunstancias

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Cuando los mandamases del Gobierno dicen que ya no estamos en la crisis. Cuando los bancos vuelven a tener beneficios millonarios. Cuando los parados ya son menos pero claramente insuficientes... Es cuando otra vez a todos se nos prenden las velas de la esperanza y volvemos a querer sonreír.

En los últimos siete años -la famosa crisis- los editores, los grandes y los pequeños, hemos hundido nuestro empeño en un lodazal que nos ha dejado exhaustas las fuerzas, las cuentas corrientes en números rojos y la iniciativa que nos caracteriza, a veces osada y otras intrépidas, anulada por miedo al que será. Las crisis, siempre lo he dicho, hacen más bien que mal a medio-largo plazo. Son como las crecidas de los ríos, arrasan, pero limpian, renuevan y modifican el curso reavivando su naturaleza. Las crisis son también eso, economías desbordadas por falta de control y previsión que dejan dolor a su paso pero que terminan colocando a cada uno en su sitio. Una vez que he expuesto mi visión optimista de lo bien que, según mi teoría, nos va a ir a partir de ahora (ironía on), trataré de explicar qué no ha cambiado del sector editorial y por qué no terminará yendo bien a pesar de mi cosmovisión de las bondades de la crisis. Del sector editorial ya hablé hace tiempo, pero hay que insistir.

Para empezar creo que el sector editorial sigue anclado en un modelo estructural de los 60-70 donde no había nada más que los libros como canal para adquirir cultura y que entonces no existía como existe hoy competencia con la aldea global de Internet. Sin embargo todo sigue igual, y el gremio, los editores y lectores se limitan a debatir si libros de papel o ebook. Autores, editores, distribuidores, libreros y lectores. Esta es la cuestión y hoy el libro se mueve en una vía muerta de crecimiento, que cada vez huele más y peor a letrina pública.

El editor está arrastrado por una viciada inercia de décadas. Posiblemente porque a grandes rasgos pensamos que todo el mundo lee lo que le pongan por delante y todavía, a esta altura de la película, no nos hemos dado cuenta de que los lectores cada vez seleccionan más sus lecturas, no solo qué lee, si no cuándo lee y dónde lo hace. Quizá no nos hemos dado cuenta de que los lectores leen mucho y hay mucho a disposición del curioso lector en las redes sociales, los blogs y los pirateos. Y, esto seguro, no sabemos cómo dar valor añadido a lo que ofrecemos industria editorialpara competir contra todo eso. Todavía nos queda un clavo ardiendo al que cogernos: aportar información agrupada, buena y fiable, que ahorrará  mucho tiempo de buscador al lector interesado.

Pero sabemos que esto no es suficiente. Que los editores tenemos que ir a más, mucho más. Por ejemplo la especialización de temas, los autores más señeros y con más repercusión en redes sociales, involucrados definitivamente en la promoción del libro y que apuesten codo con codo en la edición para que ambos salgan ganando. Si olvidamos que estamos en una industria de ideas, pero industria al fin y al cabo, estamos acabados, y a lo mejor eso es lo que nos pasa, que lo olvidamos.

El distribuidor que olvidado de su quehacer no da nada más que una función logística de ir y venir con los libros, y los que se vendan bien y los que no ...¡se siente! Siempre he pensado que un distribuidor debe ser el departamento externo comercial del editor, su brazo largo en el mercado para colocar títulos en los lugares adecuados (no todos los títulos encajan en todas las librerías), recoger información y decirle al editor por dónde van los tiros, por qué no se venden sus novedades y qué es lo que demanda el mercado. Hasta la fecha ningún distribuidor me ha pasado jamás un informe, solo la liquidación de ventas mensuales y las devoluciones de libros que anteriormente dijeron que sí, que estaban vendidos. Si el distribuidor no cambia y no propone nuevas forma de trabajo, más comprometidas, más uña y carne con el editor, será devorado por el mercado como ya sucediera por ejemplo con los distribuidores de alimentación y las grandes superficies. Un distribuidor no es un mero departamento logístico. Eso ya existe y cobran menos que ellos...

La librería es ese punto de venta especializado en la venta de libros del que cada vez quedan menos. Parece de perogrullo explicar esto, pero quedan ya tan pocas librerías que hay que ir dejándolo por escrito para posteriores generaciones y que no sepan qué era. Grandes ciudades como Barcelona y Madrid han visto cerrar librerías de las de toda la vida y a penas quedan libreros independientes que sepan dar aquel servicio (hablo en pasado porque esto ya no existe) a sus clientes con recomendaciones de libros adecuados a su público. No se atreven a la especialización y pretenden seguir viviendo del pelotazo de la novedad, del producto facilón de moda, de historias que explotan los bajos instintos y de poco pensar. Pero sobre todo pretende seguir viviendo (de esto grandes y pequeños) de un sistema que empobrece la correa comercial del libro que se denomina "ventas en depósito". Un sistema cuyo riesgo recae una y otra vez en la inversión del editor y de la que, junto al distribuidor, vive a expensas de él (del editor) sin que ninguno arriesgue nada del capital necesario para que el libro viva.

Creo que el sector editorial es el único que vive, y mal, con este sistema injusto. Solo el lector y el editor apuestan verdaderamente  por el producto editorial, y si esto es así, el editor podría sacar a la venta los libros con un 55% más barato, hacer ediciones digitales a justadas a la demanda y trabajar directamente on-line con el consumidor final. ¿Qué tal? ¡Y ojo, no es ciencia ficción! Esto ya se están viviendo en muchas tiendas virtuales que dan un servicio puerta a puerta en 24/48 horas, que te atienden personalmente, te ayudan a hacer la compra, te sugieren otros títulos, acumulas puntos para próximas compras  y... ¡además te regalan cositas por comprar!

El lector sigue siendo lector. No se ha dejado de leer, lo que pasa que, como en otras muchas cosas, tiene un poder importante de decisión, de cómo consumir (papel, ebook o en línea) y de cómo adquirir lo que lee. Lo que pasa, y me refiero a los editores, distribuidores y libreros, que el lector va por delante, no le satisfacemos, y él se busca la vida como puede.

Y luego queda el autor y la ley de libro. Otros elementos que conciben el sector editorial de forma demasiado legalista y personalista por querer ser garantista de unos derechos de autoría que valen lo que el mercado diga que vale. Una visión demasiado arcaica y que no es consciente de que el sector editorial es un sector industrial con resultados de valor contable y cuyo éxito intelectual lo define de alguna forma el éxito de las ventas. Sin embargo he de decir que los autores, muchos de ellos, son conscientes de la situación y del cambio que se ha producido y son capaces de llegar a acuerdos buenos y fiables para el mercado, sin que sufra ni el beneficio de ambos ni la intelectualidad del autor.

Necesitamos un cambio urgente y no veo que ni los gremios correspondientes ni las federaciones intervinientes muevan un pelo para hacer algo.

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DSC_0168Como los animales irracionales, las personas terminamos buscando un agujero donde morar, protegernos y trabajar. Un lugar que termina siendo uno con nosotros mismos, donde nuestra capacidad de crear esté en sintonía con el mundo al que nos debemos, y en el fondo, que deseamos.

Va hacer diez años que vinimos a parar a este lugar. El sitio está ubicado en un edificio industrial, con lo que se acompaña de ese entorno ruidoso y gris. Pero dentro de aquel bloque de hormigón y verjas de un verde horrible, hay personas que trabajan y se desviven por sus anhelos. Entonces adquirimos una de aquellas naves industriales de 180m2 encerrados en cuatro paredes y dos puertas de aseos, sucios, viejos y abandonados.

Allí, en aquel lugar construimos un lugar que chocaba con su entorno, una especie de oasis sin ruido, música y ambiente susurrante de trabajo. Un lugar donde la creatividad gráfica, los títulos de libros propios y ajenos, se desenvolvían sobre las mesas como si fuesen lienzos delicados que había que tratar con sumo cuidado.

DSC_0076Aquí (año 2014) desembarcaron dos empresas Grupo-HBh (diseño gráfico y servicios de producción) y Sekotia (editorial). Luego, hace tres años ya, se instaló Criteria Club de Lectores y hace unos meses Tus Libros y Más (dos tiendas virtuales relacionadas, como no podía ser de otra forma, con los libros).

Han pasado diez años. Diez años de lucha, de nombres propios, de desazones, de gente que da y otros que roban. Un lugar que es como el altar del afán diario en el que cada día morimos un poco más por los demás. Porque si no contáramos con ello, con los demás, nuestro trabajo sería estéril.

DSC_0075Y después de diez años, es como si un ciclo se estuviese cerrando, que no es lo mismo que hablar de años perdidos. Porque nuestro interior se ha enriquecido de manera muy dimensionada. Sin embargo, nuestros bolsillos han menguado. Es como un choque entre lo hecho y lo deseado. Una ruptura entre lo material y lo espiritual. Entre las cosas y las personas.

Pero siempre nos queda la vida. Siempre nos queda la libertad de escoger entre los bueno y lo mejor. Y yo miro las palmas de mis manos y están diez año más viejas que entonces y sin embargo la mente más joven.

Y por último, mira el vídeo musical de nuestro ESPACIO DE TRABAJOvideo

Si usas Tiwtter o Instagram, sígueme si quieres @hptr2013... ¡nos vemos!

 

He seleccionado las 10 mejores opiniones personales desde mi twitter. No son los que otros han marcado como "favoritos" ni los que me hayan hecho "retwitter", a lo mejor también, sino lo que más definen mi forma de pensar o los que plantean mis preocupaciones. (Ordenados de más a modernos a más antiguos).

-->Quizá tus #problemas de #relación con tu #familia se deba a que pasas el #tiempo que te sobra con ellos, no el que debieras. #adolescentes

-->Esto sí es un viaje de fin de semana bien programado ¡Mi mujer va a leer mi novela! La emoción me embarga... pic.twitter.com/6cTtg42ohZ

--> Últimamente estoy muy sensible con las injusticias. Quizá, que de pronto varios etarras de mierda sean tan honrados como yo, me produce eso.

--> Dudan más de la existencia de Dios los que dicen que no creen que los que viven la fe, aunque no sea ni del tamaño de una semilla de mostaza

--> ¿Quieres ver la película más antigua delmundo? http://www.youtube.com/watch_popup?v=NINOxRxze9k … la felicidad en San Francisco en 1903, 4 días antes del terremoto.

--> La imaginación nos provoca más sufrimientos que la realidad. Céntrate en en el minuto que vives, no pienses por los demás y haz lo que debes.

--> De vuelta a la ciudad. Mañana no será un lunes más si tu quieres que no lo sea. pic.twitter.com/C1vtY3Z4o9

--> La relación con #Dios no admite penas ni #tonterías. #Paradoja: sí admite #errores, si eres consciente de ellos.

--> Con los años cada vez sabes más y cada vez estás menos seguro de todo.

--> Dices que no crees en Dios. Pues te ddiré algo: cada vez que dudas de su existencia en tu interior, es una llamada suya para que te acerques

--> Si perdonas o pides perdón pero hablas sin mostrar misericordia, entonces sólo estás rellenando un expediente.

Espero que te hayan gustado y siquieres seguirme... te espero --> @hptr2013