Gabrielle Bonheur Chanel, más conocida por Coco Chanel, fue una modista y diseñadora francesa que revolucionó la moda y el mundo de la alta costura, iniciando su carrera en 1914 vendiendo unos sombreros rediseñados por ella misma y, con tal éxito, que no decayó hasta el final de sus días en 1971. Se convirtió en el símbolo de la mujer moderna, activa y liberada. Se codeó con los grandes de su época: la aristocracia, los escritores y los artistas, y cuando le preguntaban qué era la moda, respondía con sencillez: La moda no existe sólo en los vestidos. La moda está en el cielo, en la calle, la moda tiene que ver con las ideas, la forma en que vivimos, lo que está sucediendo.
Nos vemos en pleno arranque de siglo. Estrenamos momentos estelares en cuanto a los avances referidos de las comunicaciones. Aparecen nuevas fronteras del conocimiento y sin embargo a pesar de los avances científicos y económicos, el norte y el sur están más distanciados que nunca.
Aparecen también nuevos retos sociales y profesionales. Nuevas funciones que surgen de las nuevas necesidades de los nuevos tiempos y otras que se hunden por pura evolución tecnológica. Y entre todos estos tiempos revueltos, sin una orientación clara, los jóvenes profesionales tienen dos salidas: acomodarse al “esto es lo que hay” o hacerse un hueco personal aportando ideas, trabajando duro durante muchas más horas de las que debieran, formándose un día de tras de otro y abriendo fronteras con idiomas cada vez más foráneos. Y como no basta vivir para trabajar, algunos van y le dan la vuelta y trabajan para vivir, y buscan un hueco que les hagan ser más valiosos, convierten su nombre personal en imagen de marca y la mejor forma, y más comprometida, es la de publicar un libro y contar a la sociedad de lo que son capaces, de cómo ven el mundo y de cómo se pueden hacer mejor las cosas.
Coco, una mujer que vivió de su propio éxito, también habló del significado del fracaso, y dijo: El éxito suele ser alcanzado por los que no saben que el fracaso es inevitable. Coco Chanel, fue una mujer que luchó en un mundo dominado por formas rígidas, dirigido por hombres y que el éxito estaría precedido de fracasos, muchos fracasos y algunos gordos como la crisis de la bolsa de los años 20, que la obligó a emigrar a EEUU y empezar de nuevo. Pero si Chanel no se hubiese empeñado en rediseñar aquellos sombreros y sacar brillo a sus ideas profesionales cuando todo estaba aparentemente en contra, no hubiese sido la creadora de una línea marcada por la sencillez y la comodidad; que rompió moldes usando materiales baratos y simples, con un solo objetivo: aligerar la ropa y ganar vivacidad en los movimientos. Un diseño demasiado nuevo, quizá, incluso atrevido, con modelos a los que eliminó los corsés y los forros e hizo que la moda comenzara a dar un giro tan importante que ya nunca retrocedería. Sin duda, todo ello contribuyó a dar una mayor libertad de movimiento, como expresión de las aspiraciones de la mujer del siglo XX y aún del siglo XXI.
Coco Chanell vivió una época no precisamente cómoda. Fue triunfadora en el entretiempo de las dos grandes guerras. Hoy estamos en otra gran batalla liderada por la competencia global de las ideas, con profesionales muy preparados pero que ya nadie es más que los demás. Me atrevo a decir que la suerte existe, pero para encontrarte con ella debes estar en su camino. Estar en el camino de la suerte profesional es estar en la vena laboral, donde se mueven las ideas, las creaciones, la vanguardia tecnológica… y sobre todo el esfuerzo, la lucha, el combate diario que ya no es todos contra todos, porque en el mundo globalizado ya todos formamos el todo. Solo el despegue personal hace que seamos diferentes y, esa distancia respecto de los demás, es con lo que tentamos a la suerte.
Hoy abrimos una ventana a la esperanza del futuro de muchos profesionales que no se conforman con ser uno más. Jóvenes que no viven de los royaltis de sus publicaciones, pero que han publicado un libro con sus conocimientos, sus experiencias, los resultados de su esfuerzo personal y profesional. Un libro con el que hacen zumo de su vida para que otros solo tengan que beberlo y ganar las vitaminas en unas pocas páginas que a sus autores les ha llevado el tiempo de mucha formación y quizá años de esfuerzo diario.
José Fernando Calderero
Interesante entrada.
Es necesario derribar muchos muros (ayer fue el 25 aniversario de la caída del de Berlín) principalmente en nuestra mente.
El reconocimiento del enorme, e inexplorado, potencial que todos tenemos es algo necesario no solo en el plano profesional sino para vivir una vida acorde con la dignidad humana. Plantearse la vida de forma exclusivamente reactiva es una especie de suicidio moral.
Contar a los demás, también escribiendo publicaciones, es una buena forma de estrechar lazos con el resto de la familia humana.
galeradas
Post authorTotalmente de acuerdo, José Fernando, la inactividad es tan peligrosa como hacer por hacer, y frenéticamente no digamos. Si nuestro quehacer no deja rastro para que otros mejoren y pueda beneficiar a la sociedad en general, no somos mas que una máquina programada y con fecha de caducidad.
¡Gracias por comentar!