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He leído Max Perkins. El editor de libros, escrito por A. Scott Berg, ganador del National Book Award Americano y me ha gustado, he disfrutado y he aprendido como lector, escritor y editor. Toca todos los palos y sobre todo deja entrever una filosofía de vida de la que me considero un nostálgico.

max perkinsLa novela… O la biografía… O la novela de biografías dentro de una biografía, es difícil de catalogar dentro del casillero literario porque realmente es como si alguien te contara qué dijo quién, con el atractivo de que casi todos los testimonios son epistolares ya que la trama está apoyada en el carteo que Maxwell Perkins tenía con sus autores y amigos.

A finales de 2016 se estrenó El editor de libros de cuya -breve pero suficiente- crítica  se hizo eco Hispanidad, como no podía ser de otra forma. Pero la película es una muy breve adaptación del contenido total de la obra escrita, porque apenas se limita a la intensa relación que Max Perkins tuvo con uno de sus autores descubiertos, el impulsivo genio que fue Thomas Wolf, que de hecho no aparece en la novela hasta casi el final del primer  tercio. La película, a la que asistí a la premier, me pareció deliciosa y muy bien ambientada, los actores muy bien ajustados a los personajes y un ritmo magnífico que sabe buscar el equilibrio entre el reposo necesario de la creación y edición literaria y la trepidante vida de Wolf que no era poca cosa. Pero lo mejor es verla.

Volviendo a la novela, me ha llamado mucho su estilo de exposición, que como he dicho antes es muy epistolar, se centra mucho en lo que unos y otros se dicen de ellos mismos entre todos los que participan de la trama. Max Perkins se cruza a lo largo de la historia con muchos personajes, autores hallados por él mismo como fueron F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway, además del ya citado Thomas Wolf. Hay algún otro pero los considero muy secundarios, no tanto por su carrera literaria, más bien por el peso en la trama. También aparecen mujeres, alguna autora como Marjorie K. Rawlings… Pero sobre todo era el epicentro, y muy a su pesar, de las mujeres de sus autores, como Zelda Sayre, la mujer de Fitzgerald, o Aline Bernstein con su agitada relación con Wolf. También a su propia mujer, Louise Saunders, con sus cinco hijas; y su más íntima amiga con la que tuvo confidencias muy estrechas de tipo profesional, Elizabeth Lemmon.

La lectura de Max Perkins. El editor de libros (Rialp) es reposada, si quieres lenta, porque la manera de desarrollarla es “a la inglesa”, es decir, casi no hay diálogos guionados si no que son incluidos en el párrafo y con entrecomillados y acotaciones de contexto y descripciones narrativas, muy pocas por cierto. Son párrafos largos deliciosamente escritos que procura una lectura relajante y ayuda a descansar. No puedo dejar de lado al arduo trabajo, casi desconocido -como  casi siempre lo es- del traductor, David Cerdá. Un trabajo magistral que teniendo en cuenta el grueso del texto (580 páginas de cuerpo de letra tirando a pequeña) ha tenido que ser un trabajo largo y en ocasiones tedioso, porque trasladar al lector la idea original de las cartas que se transcriben sin romper con la idea y ajustándose al contexto no es nada fácil.

Una novela biográfica muy recomendable para escritores y editores, que se convertirá en una fuente constante de ideas de cómo hacer bien el trabajo y sobre todo a reconocer que la tarea de publicar obras escritas no son baladí si lo que se quiere es que lleguen al público y el público se quede con ellas, aunque soy consciente de que en el Arca de Noé de la literatura quedan muchas joyas por descubrir y otras que jamás se descubrirán.

Que los tiempos están cambiando, no es una novedad… Que lo está haciendo para todos, tampoco es otra novedad… Y que el periodismo sufre una fortísima transformación en la forma de transmitir la información, no tiene vuelta de hoja.

forjando a la sociedad

Y debiéramos preguntarnos si es bueno o malo. Hoy la información es en tiempo real pero el periodismo de medios ha sido trucado por las redes sociales. Cualquiera, desde cualquier lugar del mundo, con su smartphone hace una foto y lanza un titular de 140 caracteres: “Se quema el bosque. Los vecinos lo pierden todo. La policía local no da a basto con el desastre. Dos niños desaparecidos y cunde el pánico.” Ya está, el lugareño se ha cargado el trabajo del periodista que se firmaría hace 15 años el titular. Sin duda mejor escrito, mejor estructurado, con más datos. ¿Pero y qué? La noticia se ha quemado, nunca mejor dicho.

Los medios de comunicación migran del papel a lo digital, y las noticias y los titulares siempre llegan tarde porque las redes sociales ya lo han contado, comentado y enfrentado (que no confrontado). Es otro ramalazo del individualismo domesticado desde las grandes corporaciones como Facebook, Twitter, WhatsApp, etc. Esta metamorfosis, empujada desde la sufrida penuria de la dominación y el poder global ha creado dos categorías de periodistas en las que se hacinan hombres y mujeres, valiosos o no. En una de ellas -la mayoritaria- luchan por hacerse un hueco y no ser una mera pieza más en el engranaje de la noticia que le dicen que dé y de qué forma. La otra, la de los gurús, la de los intocables, los que ya no dan noticias pero las opinan.

Los gurús se convierten en comentaristas de la conciencia de la actualidad, nos guían y se empeñan en decirnos qué está bien y qué no; nos avisan de lo que pasará y dirán a políticos y financieros lo que deben hacer. Son los sacerdotes que a diario ofician el sacro santo ministerio de dirigir la opinión social. Acumular escándalos ante las novedades relativamente noticiables para que hagan que las redes sociales ardan y crezca el espectáculo del día a día de una sociedad progresista e individualista que cree en sus propias religiones políticamente correctas, puritanas y relativistas.

Pero sobre estos dos grupos reconocibles existe un mundo transparente para nosotros e inexistente para muchos, pero que afecta a todos: los magnates de los medios de comunicación. Los que deciden lo que los gurús deben decir en las tertulias y lo que la clase de tropa debe escribir en sus secciones. Los que fabrican la fama de algunos y los que deciden a quién hay que hundir. Son los que se esconden tras sus medios de comunicación y manipulan la realidad porque ellos tienen unos intereses que no coinciden con los de la sociedad real.

En todo caso, lo que sí conviene es que a la sociedad no le embarguen la información por los medios y que sigan siendo los periodistas los que realmente enarbolen la libertad de la información. Pero me temo que eso ya no sucederá, en un mundo donde la información maneja los hilos del poder. Solo quedan pequeños medios digitales dispuestos a la guerrilla de guerrillas o desde las trincheras.

[Publicado por primea vez en Hispanidad.com, incluye 3 libros recomendados sobre este mismo tema]

El poder político es un raro entramado de deseos compartidos por dos partes: los que ejercen el poder (los que mandan) y los que ceden ese poder (los ciudadanos). No obstante el misterio de mandar y obedecer es oscuro y nadie puede dar una respuesta que satisfaga a nadie de por qué unos se dejan mandar y otros están encantados de hacerlo.

Ahora hay otros que poco a poco se suman en la medida de que les afecta directa o indirectamente como por ejemplo por la educación escolar, las leyes impositivas o la apisonadora presión social del relativismo.

Algo pasa, que muy pocos somos los que nos hemos convertido en megáfonos, parecemos voces en el desierto de lo que sucede con la Ideología de Género y de cómo nuestros hijos son subyugados por el pensamiento dominante de lo políticamente correcto.

nuevo-poderRecientemente, un artículo en Hispanidad.com, Ideología de género es feminismo y homosexualismo se ha hecho eco de lo que pasa y yo mismo en la sección de El Libro de la Semana de este mismo digital, he tocado el tema (I) y recomendado títulos (I) y (II) que son necesario leer para comprender qué sucede en nuestra sociedad y para saber cómo actuar en contra de ella y en defensa de nuestra libertad y la naturaleza de las cosas.

Pero hay buenas noticias también. Por fin me he llevado una gran alegría al conocer un movimiento italiano llamado Centinelas en Pie que tratan de combatir este avance que degenera al ser humano y somete a la sociedad en un emponzoñamiento de algo que se vende como libertad pero que realmente es un calabozo cuyos barrotes son las pasiones. ¿Por qué esto? ¿Qué ganan los dirigentes a cambio? Ganan mucho, sobre todo no combatir contra individuos, sino contra masas acríticas que responden ciegamente al pan y circo de toda la vida, una sociedad adoctrinada en el confort de la Sociedad del Bienestar a cambio de su razón (su voz, su opinión…) y sus posibles preguntas incómodas. Con sus medios de comunicación, han logrado el vacío de conciencia a cambio de tener pan sobre la mesa.

Con rígidas legislaciones, una voluntad inexistente a cambio de hacer lo que quieran con su cuerpo pero pagando al físico sus necesidades, cada día más envolventes, más caras, más deseables, porque… “¡tú tienes derecho!”, haciéndoles creer que todo es gratis. Y con el mangoneo de la Ley de la Educación, ninguneando a los progenitores (como a ellos les gusta llamar a los padres y madres de familia) van perfilando cabecitas desde muy niños. “Dadles lo que quieran y que paguen por su futuro -dicen los ideólogos de esta dictadura- Y el día que se revuelvan, recordémosles lo que cuesta vivir sin trabajo, sin dinero, sin ocio, sin sanidad…”. (Posiblemente, la crisis global y financiera de los 10 últimos años tiene mucho que ver con todo esto).

Alguien debería copiar, o exportar, la idea de Centinelas en Pie (ver el vídeo). Un movimiento pacífico, intelectual y contumaz. Un movimiento en que los españoles deberíamos dar la cara lo antes posible. Sí, lo digo con urgencia, porque ya saben ustedes que en septiembre nos estrenamos con una nueva genialidad de nuestra política progre de derechas Cristina Cifuentes, que es dar clases sí o sí -es decir, obligatorio- a nuestros hijos en los colegios sobre “igualdad de género”. Estoy seguro que tendría legión de seguidores…

la-ideologia-de-genero-jorge-scalaEsta vez solo recomendaré un título que define bien el contenido de este artículo porque recoge con claridad el espíritu de este: La ideología de género o el género como herramienta de poder, de Jorge Scala. La ideología de género es la palanca que atrapa al individuo sin conciencia pero con ganas de vivir sin fin (y sin freno); amoral pero con necesidades vitales que debe cubrir; que acalla la muerte pero que sabe que es inevitable; que adora a la familia pero aborta; que busca la verdad pero aplaude el homosexualismo; que quiere la libertad pero le coaccionan con legalismos asfixiantes; que ama la igualdad y cada vez hay más diferencia entre norte y sur; que desea lo auténtico y aplaude el travestismo. En fin, una sociedad globalizada y esquizofrénica que ansía todo y cada vez es menos dueña de sí misma. Eso es la ideología de género, esa es la ingeniería social, ese el Nuevo Orden Mundial que ya vive entre nosotros, por lo que tenemos la obligada responsabilidad de formarnos para defendernos, para no dejarnos presionar y tampoco a lo que genuinamente es nuestro: los hijos. Y no lo olviden, la ONU trabaja incansablemente con algunas de sus marcas propias con la imposición y el chantaje para expandirlo como una peste asesina y silenciosa.