El 14 de noviembre de 2014 Mariana Eguaras hizo una entrada mucho más que interesante Propuesta de estructura para tramas literarias que suscitó el interés de varios seguidores suyos, entre los cuales me encontraba yo.
Esa entrada la quiero traer a mi blog, no tanto por mi respuesta, sino por la réplica muy buena de Nestor Bélda poseedor de un blog que para los que queremos escribir se debe convertir en referencia de ampliación de conocimientos, siempre inagotables.
No traer los comentarios de otros participantes no es menosprecio. De hecho he dejado enlazado el hilo del post para que los que deseen leerlo entero puedan hacerlo con facilidad. Agradezco desde aquí a todos, a Mariana Eguaras su labor y a todos su participación sincera en que todos sepamos escribir y leer mejor.
Mi aportación a Propuesta de estructura para tramas literarias
Hola a todos, especialmente a Mariana y a Ana, la primera por la interesante entrada y la segunda por su aportación súper interesante.
Como Ana, yo fui de “los segundos”, y también he terminado siendo de los que escriben sobre “plano”. Es cierto, son dos estilos de escribir, pero desde la experiencia de ambos (estilos), sin ánimo de ofender, el de dejarse llevar por la inspiración tiene cierta dosis de inmadurez literaria, es el inicio de casi todo escritor, pero porque todavía no se han estructurado mentalmente las técnicas de escribir y dejamos que salgan a borbotones las ideas… Esto nos lleva a que terminan quedando en dique seco muchas de las historias porque somos incapaces de cerrarlas, o porque nos hemos metido en un nudo sin desenlace… ¡Aunque haya excepciones! Cuando se tiene una buena idea en la cabeza, lo mejor es pasarla al papel. Escribir en breve la idea, sin que ocupe más de dos A-4, una especie de guión con lo fundamental.
Como Ana dice, la planificación de una novela no está exenta de disfrutar con la creación, porque -al meno en mi caso- cuando escribo el guión de la novela, apenas marca el eje de la historia (como he dicho antes), por ejemplo con los personajes principales, pero que surgirán otros como apoyo a la acción que irán surgiendo inevitablemente, porque la historia también te sorprenderá a ti como autor con nuevas acciones de tus personajes, o porque las circunstancias son diferentes (era de día pero al final es de noche… o hacía sol, pero prefieres que llueva para acentuar la situación melancólica de lo que cuentas…).
Hay un asunto que no habéis tocado: los bloqueos. Esos momentos de parón en que la historia hace, pum… Y eres incapaz de seguir porque no sabes cómo resolver o encajar un diálogo crucial sin parecer ñoño, pedante, agresivo, etc. Los bloqueos solo se desbloquean escribiendo, sin obsesiones, pero escribiendo. Me explico: si la novela la tienes planificada, o “guionada”,a lo mejor esa parte puede saltarse momentáneamente y seguir con otra parte posterior que no interfiere con lo anterior. Otra cosa diferente puede ser lo contrario, que sea la inspiración la que nos empuje a seguir… Y yo seguiría. Ya vendrán las correcciones posteriores y te darás a la poda… Y luego una solución clásica: llevar en el bolsillo una libreta, o al menos un bolígrafo, porque en cualquier momento se aparecerá ante ti la “luz” y verás con claridad meridiana la solución que vuelve a prender la mecha de la historia hasta el final. Mi experiencia es que muchas buenas ideas que he tenido, por no apuntarlas, cuando llego frente al teclado digo “¿Cómo era aquello…?” y no recordar nada, porque las musas pasan y si no las haces caso, pasan de verdad…
Y por último otra cosa más que no hemos comentado: el descanso en el cajón. Toda obra debe reposar un tiempo, y luego ser leída otra vez. Es un ejercicio de higiene literaria necesario, además te descubrirás como escritor en muchas ocasiones y en otras te sonrojarás de lo que escribiste… ¡Al menos a mí me pasa!
Desentrañar la historia que llevas dentro es muy bonito y apasionante… Pero corremos el peligro de algo terrible: la perdida de la objetividad. Además de escribir también soy editor, y puedo decir con rotundidad que muy pocos autores se dejan llevar por la visión objetiva del editor. Una visión que además de conocer mejor que el autor el mercado (al menos el público que sigue a su sello editorial que es a quien se va a dirigir) es capaz de leer su obra con conocimiento de causa, promediando con otras muchas obras diferentes a la suya (del autor), y sobre todo porque los consejos que pueda dar son a su favor, pues se va a jugar los cuartos y tendrá que recuperarlos. ¡Si los consejos no fuesen buenos, sería tirarse piedras contra su propio tejado!
Bueno, como Ana me disculpo yo también por la longitud, pero esto pasa por contar en los blog con escritores 😉
Un cordial saludo.
Respuesta de Nestor Belda
Hola, Mariana.
Como bien dices, este tema da para mucho.
Hay un aspecto muy importante a tener en cuenta. La estructura tradicional planteamiento-nudo-desenlace (P-N-D), como muy bien indica Ana Bolox, es argumental. Es decir, sigue el orden cronológico de la historia. Sin embargo, la trama puede alterar ese orden y tener una estructura narrativa no argumental o anacrónica, por ejemplo, N-P-D, que sería caso típico de comienzo “in media res”. Sea como sea, los tres “actos” (P, N y D) deben aparecer en la historia, incluso cuando la estrategia narravita sea, justamente, romper con el orden cronológico.
Esto es importante porque hay que distinguir las diferencias entre argumento y trama. La trama puede no ser cronológica, el argumento siempre lo es. Y una curiosidad: El autor parte del argumento para luego disponer esa sucesión de hechos en una trama. En cambio, en el lector el proceso es inverso.
Del mismo modo, hay que distinguir línea de acción de trama. La línea de acción es la historia que se lee, y la trama es la disposición de los hechos y la integración de los elementos estructurales (espacio, tiempo, personajes…) que el autor realiza. La trama no se lee, se percibe.
Por otra parte, estoy parcialmente de acuerdo con Humberto respecto a que “dejarse llevar por la inspiración tiene cierta dosis de inmadurez literaria”. Es cierto que la falta de conocimientos técnicos de los escritores en ciernes los lleve a no planificar, pero hay autores que tienen una brújula maravillosa. Ahí tenemos a Stendhal. Llevo 40 años escribiendo cuentos, cuyas estructuras domino mentalmente. Ahora me estoy embarcando en una novela. La tengo clarísima en mi mente, sin embargo ya tengo mi “planning” documentado que me permite tener una “vista panorámica”.
Bueno, espero haber aportado algo interesante.
Un beso.