Mario Benedetti el destacado poeta, novelista, dramaturgo y crítico uruguayo fue integrante de la Generación del 45 y se le considera la figura más relevante de la literatura uruguaya de la segunda mitad del siglo XX. Su producción literaria incluyó más de 80 libros y muchos de sus títulos fueron líderes de ventas de la narrativa latinoamericana de los años 50 a los 70. Pues entre tantas y tantas letras escritas dejó unas que podrían marcarse en nuestra vida a fuego y hierro: Acá –decía Bendetti- hay tres clases de gente: las que se matan trabajando, las que deberían trabajar y las que tendrían que matarse.
Hemos encajado ya con este recién terminado año 2014, el quinto año de la consabida crisis. Cinco años pesados, duros, interminables, agotadores, donde los trabajadores –y no solo aquellos denominados como la clase trabajadora, que parece que el resto no hacen nada- si no todos aquellos que tienen o luchan por tener un trabajo. Hemos dejado cinco años de nuestra vida sin satisfacciones laborales, con un horizonte achantado y un futuro muy corto, siempre a plazos de pocos días, semanas o años, y de fondo el miedo con el qué pasará luego. Una crisis que se han caracterizado por una canibalización fiscal, que devoraba todos los intentos de superarse o incluso el pan de futuros meses porque no sabías qué sería de ti. Se ha caracterizado también por un desnortamiento de lo social, una pérdida de lo esencial que es la persona, y todo se ha justificado por motivos económicos. Y por último, esta crisis se ha caracterizado por la pérdida de tejido industrial y de factor humano. Pasarán años, aunque ahora parezca que sale el sol por algún lado, hasta que la vida laboral sea un tema natural, lo propio de una sociedad avanzada, y no de conversaciones de pasillo y milagros.
Pero entre las personas que trabajan, están los empresarios, los funcionarios, los empleados y los autónomos. Y digo los que trabajan y no tiene por qué ser en ese orden estricto, porque de todo hay en la viña del Señor. Pero me permitirán que precisamente que hoy hablamos de trabajo y crisis, haga una especial mención a los autónomos. Sí, los autónomos, porque si alguno de los que he citado se merece el sobre nombre de héroes camaleónicos son estos. ¡Fíjense bien en lo que voy a decir, y que nadie se sienta herido por aquello de que las comparaciones siempre han sido odiosas!, pero es que los autónomos han tenido que reinventarse día a día si querían llegar a fin de mes, cubriendo sus necesidades principales, abonando las facturas de terceros, tratando de cobrar las propias y cumpliendo con su trabajo de recaudador de impuestos -liquidando en ocasiones el IVA que todavía no había cobrado-, o pagando su cuota de Autónomos aun cuando en ocasiones no había ni facturado la cantidad necesaria para cubrir el recibo mensual. Y es que el Estado no entiende de problemas personales, que ya es un gran fallo, cuando lo que se necesita por encima de todo en zonas de recesión como ha sido España, mayor atención y flexibilidad para los que luchan día a día sin que ningún servicio de ese Estado del Bienestar que llaman, les ampare. Claro, así cualquiera aprieta y sale ganando, porque Hacienda sabe bien que el autónomo es él solo contra la imparable maquinaria de la Agencia Tributaria que llegado el caso le perseguirá, le reclamará, le embargará y sobrecobrará con multas del 20%, o más, por retrasar el pago del IRPF o el IVA. Nada de todo esto le sucede a un trabajador por cuenta ajena ni a un funcionario. Por eso, permítanme que rompa una lanza en honor a los autónomos.
Desde hace pocos años los autónomos están asociados en defensa de sus intereses, tratando de hacer despertar a los políticos, para que estos se den cuenta que si hay una clase que se lo merece son los autónomos, esos trabajadores por cuenta propia, que arriesgan su vida, su trabajo y su patrimonio, y todo esto sin hacerse ricos, solo sobreviviendo.
Ustedes imaginen, solo imaginen, que los autónomos decidieran no pagar el IVA este trimestre… Solo imaginen, porque desde aquí no propondremos nada ilegal, es solo un ejercicio de ficción. ¿Se imaginan el agujero que produciría la falta de ingreso del IVA declarable de varios millones de personas? No lo harán, porque los autónomos son gente honrada porque se juegan todo lo suyo, cosa que no pasa con los que legislan, que se equivoquen o no, nadie paga los platos rotos, excepto usted y yo con nuestras rentas. Y no quiero decir nada de aquellos que no veían la crisis y decían convencidos de su propia mentira de que estábamos en la Champion Lige de las finanzas mundiales, ¿recuerdan? Sí, haya por el año 2010 más o menos…
Hay que hacer algo con los asesores del Gobierno, que andan tan faltos de luces o ciegos por cumplir con los presupuestos convergentes de Europa. Y mientras, el pueblo llano, esos que estamos a verlas venir con más y más ocurrencias y experimentos financieros y ensayos sociales, aguantamos y sobrevivimos. Y hablando de iluminados… Todavía no he oído hablar a los políticos en ningún mitin, sesión de Gobierno, debate político, partidos de izquierda o derecha, existentes o por venir, sobre qué hacer con los autónomos. Sí, hablan de trabajadores… y se supone que los meten en el mismo saco, pero no es verdad, no pertenecen los autónomos al mismo saco porque su régimen es diferente al de todos los demás. Y ya que hablamos de trabajadores, ¿dónde están los sindicatos, sus exigencias, sus silencios cómplices, su puesta de perfil ante este problema real…? Lo que pasa es que tampoco a ellos les interesan porque, ¿saben ustedes?, no hay posibilidad de que si hay un ERE, ellos se lleven su partecita del dinero de todos, porque los autónomos no están sujetos a una empresa como terceros, porque siempre son primeros, y esto dicho con primeras y segundas.
Autónomos son taxistas, pintores, reformadores, fontaneros, propietarios de tiendas, bares y pequeños negocios. Pero también y cada día más, periodistas, arquitectos, abogados, ingenieros… Y no se crean, que esto es lo que hay y va a más, porque una de las cosas que la crisis se ha llevado por delante es eso de los contratos indefinidos de para siempre, para siempre, para siempre…
Y yo me pregunto: ¿Si el sistema es tan bueno, porque los políticos no cotizan como autónomos?
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