El sector está renovando su ánimo gracias al último informe que ha publicado la Federación de Gremios de Editores Españoles (FGEE) y que presenta la evolución positiva del mercado desde el año 2006 hasta el 2016, donde queda reflejado que desde hace 3 años y consecutivamente el sector se levanta, despacio, muy despacio... ¡Pero se levanta!
El optimismo llena los corazones de los que viven del libro porque parece ser que por fin empezamos a salir del agujero. Los editores que hemos sobrevivido a estos años del papelote -se destruía más que lo que se vendía-, vemos con esperanza un futuro posible. Sería ingenuo, o tonto si alguien quiere empeñarse, pensar en que volverán los tiempos anteriores, aquellos en los que las novedades se vendían por millares y los betsellers era verdaderos súper ventas. El sector, como otros muchos que se han hundido para volverse a levantar, ya nunca fueron lo que fueron, como sucedió con la publicidad en los años 90; Internet en los 2000 o la construcción en 2010, después de pinchar cada uno su burbuja correspondiente.
Si vemos la evolución del cuadro que ha proporcionado la FGEE la crisis se ha llevado por delante unos años duros y la caída no pudo ser peor en facturación procurando todo tipo de crisis en la cadena del sector: miles de librerías cerradas, editores quebrados y distribuidoras refundiéndose unas con otras o cerrando con deudas millonarias a sus espaldas. 2013 fue el año de inflexión y aunque las editoriales, las pequeñas al menos, todavía no han notado la primavera del libro a todos nos alegra ver cómo vamos subiendo la cifra de facturación a la que cada cual en su proporción les tocará el pellizco correspondiente. La facturación creció un 2,7% en 2016, hasta los 2.317,20 millones de euro, aunque aún queda recorrido hasta recuperar las cifras anteriores a la crisis.
Es cierto que hay más ventas, y dicho también de otra forma, hay menos devoluciones porque ente otras cosas las tiradas se han contraído tanto que apenas salían al mercado la cifra prevista que se vendería, quedando a la espera de reediciones caso de que el mercado pidiera más. Hoy ya no hay que hacer tiradas mínimas de ejemplares para que el coste del libro sea competitivo y el mercado no lo tome como un asalto al bolsillo. Esto también ha hecho que las cuentas de resultados de los editores hayan mejorado, porque aunque haya menos ventas, los beneficios han mejorado gracias a realizar menos compras -fabricación de unidades- y los almacenes contenidos o casi cero en muchos casos.
Sin duda alguna la evolución de la producción digital (no hablo de ebook) frente a la edición offset, ha hecho que los editores controlen mejor sus ediciones y manejen sin miedo al almacenamiento de mercancías. También en eso los distribuidores han salido ganando, que aligeran sus lineales pero trabajando muchos de ellos sin existencias y haciendo pedidos puntuales al editor según la demanda puntual del momento, cosa que eso no es ser distribuidor propiamente dicho, solo es convertirse en un vendedor intermediario sin responsabilidad directa en las ventas. Esto debiera mejorar.
Lo cierto es que la balanza comercial del sector del libro refleja un saldo positivo de 370,45 millones de euros, un 14,2% más que en 2015.
Otros factores que influyen en los vientos esperanzadores que parece que van llegando son los aumentos continuados de las ventas en América (se incrementaron un 2,25 millones) y Europa (aumentaron un 6,3%), los derechos y servicios que han tenido un crecimiento de 6,2% respecto a 2015. También hay más exportaciones a Asia en compensación con la caída del mercado africano y australiano. En todo caso, el sector se mueve y el balance general deja más dinero en la caja, y eso ofrece al editor un renuevo de sus opciones empresariales y la posibilidad de apostar con nuevos títulos y autores.
En todo caso hay todavía preguntas que nos hacemos que lógicamente el informe de FGEE no recoge porque solo da datos y esperanzas, como dice el mismo Presidente de la entidad Daniel Fernández: “Si bien aún no hemos conseguido recuperar las cifras anteriores a la crisis, podemos decir que el sector mantiene una línea de crecimiento que nos permite tener un optimismo moderado. Nos gustaría que el compromiso del Ministerio de poner en marcha el Plan de Fomento del Libro y de la Lectura se materializase en acciones que contribuyan a mejorar las cifras de hábito lector y que eso se vea reflejado en las cifras del sector. Creemos que es muy importante recuperar las compras para las bibliotecas que se ha perdido en los últimos años”.
También, el mismo Daniel Fernández: “Después de unos años con cifras de crecimientos significativos la facturación del libro digital se ha ralentizado. Esta es una tendencia que no sólo se ha registrado en España, sino que es un fenómeno que se ha producido en otros mercados como el americano o el británico. La oferta legal se sigue incrementando pero las ventas no están respondiendo en la misma proporción. Es importante destacar que el mayor incremento en términos absolutos se ha producido en la literatura, que ya representa el 20% la facturación”. Aclara lo que un servidor en muchas ocasiones ha dicho y me he cansado de repetir, que la venta de descargas electrónicas no eran el cáncer de la crisis, y ahora cada vez menos...
En fin, que no puedo por más que alegrarme de estas noticias y del esfuerzo que hemos realizado muchos editores durante este tiempo; bueno, editores y autores, que somos los verdaderos impulsores del sector ya que el resto de la cadena trabaja mucho pero solo en depósito, con el depósito que realizamos al contado los autores (intelectualmente) y editores (fabricando libros). ¡Felicidades a todos!
P.D.: En la próxima entada hablaré de la actual burbuja editorial.