Presentación de «Tom, el fuerte» en Pangea, Madrid

Es la primera vez que la presentación de uno de mis libros la proyecto desde el escritor y el arte de ser escritor. Creo que a los oyentes y posteriores lectores les interesa saber cómo he cocinado la obra que van a leer. Me acompañó Jesús Poveda y fue en el espacio de Pangea en Madrid. Gracias a los dos.

Tom, el fuerte, inicialmente era una sola novela titulada Todos lo hicieron mal pero los comentarios en Amazon y los lectores cero querían saber más de Jill, la protagonista. Por lo visto me había quedado a medias. Entonces me predispusieron a seguir con la vid

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Un momento de mi participación en la presentación junto a Jesús Poveda.

a de Jill. Planteé  un cambio fundamental y surge la idea de convertir la historia en una trilogía que dé sentido amplio a la vida del personaje. Así, con el nombre inicial de Todos lo hicieron mal y nombre que particulariza cada una de sus partes: Tom, el fuerte, El perro de Ben y Azul, pero azul oscuro -que estoy terminando de escribir-. Cada parte entrega una época de Jill: la primera es la adolescencia, la segunda la juventud y la tercera la madurez.

Mis historias, en general, están basadas en historias de relaciones y reacciones. Cómo somos ante las decisiones primarias o secundarias (acción reacción) a lo largo de una vida relativamente común, es decir, una vida que podemos vivir nosotros o personas cercanas que la pueden estar viviendo. Quizá por eso en mis obras no hay héroes con capa roja, ni malos malísimos ni buenos buenísimos, porque a priori ninguno lo somos. Son personajes normales y corrientes como lo somos la mayoría de nosotros.

Mi estilo narrativo ha variado y, como dijo Jesús Poveda en la presentación, son frases cortas y moraleja larga. En este caso tiene mucho de novela negra porque la trama es dura y los hechos son en ocasiones con carga violenta, otras agresivas, que se contraponen con sentimientos muy emotivos para nada pastelosos 😕

La creación de los personajes surgen de la trama como algo espontáneo, digamos que la historia los pide como algo natural para dar sentido a la trama. Sin embargo hay que llenar a los personajes de personalidad, es decir, cómo son sus manías, sus fobias, sus muletillas al hablar, sus rutinas de vida, las obsesiones, sus amores… Eso forma lo que en realidad cada uno de nosotros somos, conscientes o no. Al final es el cliché que hacemos de nosotros mismos y cómo nos perciben los de alrededor. Pues es eso lo que trato de hacer con cada personaje principal, de formar a que se actúen cómo esperamos, que se comporten de una forma u otra porque les conocemos, sabemos lo que les gusta y lo que no. En definitiva es convertirle en alguien familiar.

Sin embargo los actores secundarios no tienen ese objetivo en la historia, solo pretenden convertirse en un punto de referencia en la historia, una ubicación en el plano o una forma de hacer “discutir” a nuestro personaje para llevar al lector una reflexión que no haría directamente el narrador. En Tom, el fuerte son por ejemplo El Viejo negro o Lola la camarera.

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Cartel oficial de la presentación en Pangea el día 7 de mayo 2016

Otra cosa son las circunstancias que envuelven a la historia y que provoca que los personajes se retuerza y provoque en e lector la intriga de lo qué haría él en su lugar. Cuando una historia pone al lector en el lugar del personaje es una buena historia porque está haciendo que de alguna forma irrumpa en la vida del lector. Eso nos pasa en la vida real. Podemos conocer “perfectamente” a un hijo, un hermano, a la esposa… Pero las circunstancias en las que  se encuentran puede hacer que sus decisiones sean distintas a lo esperado y sorprendernos, para bien o para mal. Eso es la vida, que siempre nos sorprenderá por la cantidad de combinaciones que puede ofrecernos y a los demás.

El valor de una historia es fundamental. ¿De qué sirve leer una novela si en dos semanas te has olvidado de lo que te contaron a través de ella? Imaginaros esto en vuestro trabajo diario: ¿Qué tipo de satisfacción personal se puede tener si después de una reunión, a los dos semanas, no se acuerdan de lo que contaste o de tu nombre? La historia que escribo tiene que tener dos componentes fundamentales que me inviten a seguir escribiendo: La pasión por lo que sucede en ella mientras escribo y que lo que pase en ella me pudiera pasar a mí. Es decir, escribo la novela que me gustaría leer.

Es por eso quizá que en las historias, mis personajes y sus consecuencias tienen algo de mí sin que por ello sea biográfica. Es más, me atrevo a decir que ningún escritor escapa de sí mismo en sus historias. Pocas veces se ha escrito algo que de alguna forma no descubra algo de su autor: su carácter, su forma de ver la vida, el respeto por algo…

Con esta trilogía acaparo el arco vital de la persona, en este caso una mujer, a lo largo de sus tres etapas más importantes. Sus relaciones que le hacen ser como es, quizá a pesar de sí misma. Una vida en la que el deseo de ser uno mismo, según su proyecto personal, es boicoteada permanentemente por los diferentes pasos que la vida te obliga de una forma u otra a redirigir la brújula y, aún así, terminas en tierras extrañas, insospechadas, posiblemente no deseadas. Habla del esfuerzo personal contra la frustración que la vida te impone.

Quiero decir que la vida, nuestras calles, quizá nuestras propias vidas, están llenas de personas como Jill. Una vida hacia adelante que tropieza constantemente con muros que hay que salvar, con personas o leyes que toman decisiones que nos afectan directamente y que no podemos hacer nada por evitarlo porque algo nos impulsa a seguir. Chocamos contra puertas cerradas que nos empeñamos en abrir. Por eso los lectores cero de Tom, el fuerte piden más, porque quieren salidas, quieren ver qué pasa con Jill, no se conforman simplemente con lo que les cuento porque Jill a pasado a ser parte de su vida. En el fondo eso es lo que nos pasa a todos con nuestra vida, nuestros problemas, que no nos conformamos simplemente con lo que nos pasa y luchamos por cambiarlo.

Escribir es un esfuerzo humano e intelectual enorme. Creo que ese derroche de tiempo y energía hay que volcarlo en algo que trascienda en los demás. Divertir por divertir me parece el ocio más nihilista del mundo, para eso ya hay demasiada televisión inocua. Reconozco que el tiempo puedes malgastarlo alguna vez en la vida pero, escribir primero y después leer, es demasiado espacio de nuestra vida para que al final no sirva para nada.

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