Mary Wollstonecraft: "Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas".
La actualidad sigue viva y debemos explicar por qué razón el nuevo feminismo es la palanca desde donde manejar de forma dictatorial a la sociedad. No se trata de un movimiento inocuo de mujeres con pensamiento revolucionario, no. La mayoría de las mujeres que colectivizan este movimiento son realmente prisioneras del brilli-brilli de un derecho inexistente por el hecho de ser mujeres, porque casi ninguna de ellas están leídas ni son críticas de pensamiento. Esa es la razón por la que sólo escuchan y recitan eslóganes en cuya creación ni tan siquiera han participado. Las feministas de cuota, encabezadas por Irene Montero, a la sazón el ministro de la más absoluta desigualdad, habla y actúa como pollo sin cabeza para justificar el puesto y el sueldo, con declaraciones continúas con las que trata de imponer su cosmovisión del feminismo de baratillo.
Las mujeres, empoderadas desde el gobierno más feminista de la historia de la democracia, o eso dice el doctor Sánchez, en el que queda incluida Carmen Calvo con toda la recua de mujeres y hombres feministas, han perdido el origen de sus aspiraciones, no les vendría mal girar la cabeza hacia el pasado, donde mujeres verdaderamente feministas, como Mary Wollstonecraft, declaraba sin tapujos que Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas. Una mujer filósofa y escritora (1759-97), de las que sí compitieron de verdad en un mundo de hombres. Hoy, por esas declaraciones, pasaría por facha y machista, sin derecho a un tan siquiera lastimero Yo sí te creo hermana, por pretender salirse del redil, o carril, que da igual.
La mayoría de las feministas son prisioneras del brilli-brilli de un derecho inexistente por el hecho de ser mujeres
La ambición de dominación de la mujer de hoy, pasa por hacerla pensar que goza de derechos especiales por el hecho de ser mujer, con una ley civil y penal diferente porque ella lo vale, sin más, donde no necesita demostrar su valía, ni su verdad. Tampoco competir en iguales condiciones con el hombre, porque para eso se ha creado la cuota que obliga a que sí o sí, valga o no, esté colocada a dedo. También se ha dotado a la sociedad de una vergonzosa, sectaria y perversa ley mal llamada de violencia género, para que sea creída por norma, solo por el hecho de ser mujer, no porque prevalezca la verdad.
Pero la vida es cruel para todos, para hombres y mujeres -aunque esto no lo digan, claro-, y desconocen que al final la suerte no es algo que surge sin más por el hecho de ser mujer, sino porque se lucha día a día, se pelea, se trabaja, se estudia, se persevera en los objetivos, y entonces sí, la suerte te cogerá en brazos en ese camino a veces duro, otras incómodo, pero siempre con el fruto que ellas llamarán suerte o, en el peor de los casos, su derecho. ¡Cuántas mujeres trabajadoras, con carrera, con oposición, o formación básica pero con mañanas madrugadas, con noches sin dormir, casadas y solteras, con excelente preparación personal para competir libremente en el mercado, se sentirán abofeteadas por estas feministas ñoñas de pijama de algodón color morado, que al final para qué quitárselo si da lo mismo la cama que un despacho!
La corrupción de la razón, de la antropología natural, tiene como consecuencia ventajosa para los gobernantes que la sociedad se convierta en una masa informe de millones de pares de ojos, brazos y piernas, pero con un solo cerebro
No hay nada que sea suerte cien por cien. La lotería necesita de un boleto y una herencia para ser hijo del donante. La suerte, la casualidad, son realidades sobrenaturales que surgen en nuestras vidas a pesar nuestro. Lo bueno, o lo menos bueno, que nos sucede tiene un amplio objetivo de reconducir nuestro camino hacia una mejor vida, Eterna si es posible. Quien quiera verlo disfrutará, quien lo niegue se amargará. Solo serán criaturas biológicas dotadas de ciertas capacidades particulares, eso sí, con las potencias de inteligencia y voluntad que les permitirán soñar con la libertad, otra afinidad sobrenatural, como el amor.
Al final nos rodeamos de tres parámetros que dan sentido a nuestra existencia. Un campo externo material y otro interior, el pensamiento. Y en este sentido, otra empoderada, Isabel Celaá, representante de uno de los ministerios más importantes por ostentar el poder que le otorga comprometer al país por generaciones, ha determinado que la religión y la cultura clásica sean relegadas a la nada en la ley de educación y sustituidas por ideología de género. Por lo tanto las nuevas claves educativas serán de orden sexual y orientación homosexualista. De esta forma se apelmaza a la conciencia individual y se promociona la inconsciencia colectiva. Ahora se comprende mejor que doña Isabel siga erre que erre, empeñada en que los padres no tenemos nada que ver con nuestros hijos, que ya si eso se encarga ella. Celaá sabe mejor que nadie que el adoctrinamiento escolar es la clave en el cambio de pensamiento generacional. ¿Quizá por esto, todo el arco parlamentario está en contra del pin parental de Vox?
Celaá sabe mejor que nadie que el adoctrinamiento escolar es la clave en el cambio de pensamiento generacional. ¿Quizá por esto, todo el arco parlamentario está en contra del pin parental de Vox?
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