Recientemente he terminado de leer Dónde puedo alquilar una primavera, de mi buena amiga Silvia Laforet. Tuve la suerte, el placer, la dicha, de ser su editor de su anterior novela En la habitación de al lado. Y después de comparar ambas novelas, me siento todavía más afortunado de haber sido el editor de la primera.
Lo que me ha gustado
Silvia Laforet narra muy bien y construye diálogos fluidos. Consigue que sus personajes tengan una gran capacidad de ser reales, hace que sean creíbles y los reviste de la personalidad que cada uno debe tener en sí mismo para verlos en la nube de la lectura y los sepamos reconocer solo con ser nombrados en el texto sin necesidad de que digan algo.
Sin duda alguna, tiene una técnica envidiable y guía al lector hasta donde ella quiere, porque en el núcleo de la narración incluye lo que se dice y lo que no se dice, el aspecto ambiental y los giros de plano.
Estructura bien la historia y en este caso hace un juego ágil de flash back que mueve al lector adelante y atrás , situándole en el presente para entender bien el por qué de algunas cosas que se cuentan en la novela.
Para mi gusto, lo mejor de toda la historia es el capítulo de Alicia con Alicia. Un momento en el que Silvia descubre a Alicia, a la mujer que navega en un mar de dudas sobre el amor, sus relaciones, los demás, ella misma y la vida Una mujer que busca en la raíz de su vida la infelicidad de hoy y de cómo ha de enfrentar el mañana. Un capítulo de cabecera que merece la pena releer.
También me ha gustado la expresividad de los personajes, sobre todo los "wusapeos" entre ellos. Y me hizo mucha gracias cuando Fernando dice a Rodrigo (como si fuese un pesado): "eres el único tío que conozco que pone comas en sus WhatsApp". Solo ese comentario, define mucho de cada uno de estos dos personajes, cómo son y qué importancia dan a la vida según cada uno de ellos. Sin lugar a dudas Silvia escribe magníficamente bien y domina el arte de contar historias.
¿A quién recomendaría Donde alquila una primavera? Creo que a personas necesitadas de un chute de ánimo. Una sobredosis de deseos de que el mundo sea diferente. De que las relaciones entre las personas sean menos complicadas, más abiertas, confiadas, amorosas. Por el contrario, quizá no lo sea tanto para aquellos que buscan una novela verdaderamente existencialista, que cuente cómo es el mundo con todos los colores, no solo los del arco iris.
Y de la misma forma que digo lo que me ha gustado, y mucho, digo lo que no me gustado.
Lo que no me ha gustado
Precisamente en los gustos es donde nos encontramos con los subjetivismos, siempre tan particulares. Dónde puedo alquilar una primavera es una novela que en el balance final no me ha gustado, lo que no quiere decir que sea una mala novela. Y nom e ha gustado porque es una novela trufadas de mensajes para una vida mejor y los personajes están como obligados a hablar por boca de la sabiduría de un coa-ch zen. Y eso cansa un poco.
La trama está construida en una inverosímil comunidad de vecinos que, sin la zafiedad barata de Aquí no hay quien viva (serie lastimosa de Factoría de Ficciones), no es creíble, aunque sin duda sea deseable. En este aspecto a mí no me ha gustado. Falta que pasen cosas. faltan escenarios. Faltan contrastes en lo que sucede, en los personajes. Esas faltan convierten a la novela en un espacio cerrado que termina generando un bucle sin salida y por lo tanto atosigado al lector (a mí al menos).
Otra cosa que me ha chocado, sigo hablando desde el terreno de lo subjetivo, es la ambientación. Lo que leía, lo veía en blanco y negro. Quizá porque el perfil de los personajes o a lo mejor por algunos giros de atención narrativa. Por poner un par de ejemplos: me ha parecido poco atractivo recurrir a la tragedia de Madrid Arena o al drama de la crisis para tratar de crear contemporaneidad, en una especie de guiño al lector que le dice algo así como "está pasando", cuando esta trama ni pasa, ni pasó, ni pasará. Y digo esto teniendo en cuenta de que Silvia, creo que no ha tratado de hacer una novela de ficción, sino más bien existencialista.
Y por último, respecto a los diálogos, casi siempre terminan convirtiéndose en monólogos, en un afán de dar pistas al lector de cómo han de ser las cosas de la vida, como si en el fondo fuese un libro de autoayuda camuflado en una novela. Esto lo hace lenta en ocasiones.
Otras opiniones
A Silvia la conozco un poco desde el punto de vista personal, quizá no tanto como otras personas más cercanas a ella, pero ha parecido ver brillar entre líneas demasiados tics personales: la misma Alicia, los hijos, la muerte, la convivencia, el matrimonio, el deseo del bien, el amor... Comprendo que para un autor de pasión y corazón, como somos la mayoría de los escritores de novelas, es difícil despegarse de lo que escribes, y que siempre hay algo de nosotros en la novela. (En este sentido recomiendo ver la película recién estrenada En tercera persona que es un buen ejemplo de lo que digo y de existencialismo contemporáneo).
Los personajes, de los que ya he dicho algo, a causa del los escenarios claustrofóbicos y los largos monólogos, se convierten en una presencia viral sin salida. Demasiado encerrados en sí mismos, todos son lo que son y todos sigue siendo lo que son. No cambian a pesar de que las circunstancias apunten a ello. Quizá la sentencia de que la persona no cambia, si no sus circunstancias, es demasiado literal en la novela. Aun así, alguno de los personajes intenta cambiar -al menos las circunstancias- pero es devuelto al redil de inmediato acusándole de escapista. Y así, al final, todos vuelven de nuevo a lo que son. Incluso la muerte no influye en ellos, ni la muerte propia ni la ajena, porque el muerto deseaba tanto morir, que casi no hay diferencia a cuando estaba vivo. Y los que le sobreviven le tienen tan idealizado, que están impermeabilizados para poder ser diferentes después de vivir la muerte del otro.
Recomiendo a los lectores de la novela, que a estos personajes, a pesar de su capacidad de ser de verdad por los giros de expresión, no los busque a su alrededor, porque no los encontrará, al menos no a todos juntos como son presentados en Dónde puedo alquilar una primavera, por cierto un título encantador.
Si han leído En la habitación de al lado verá lo que quiero decir cuando hablo de mi orgullo personal como editor de esa primer novela de Silvia Laforet. Si no la ha leído, puede darse un repaso por mi crítica en este enlace. Pero sin duda En la habitación de al lado es una historia real, con la suficiente convicción para que cale en el lector. Corta, intensa, dura, hermosa. No conozco a nadie que la haya leído que sencillamente se haya encogido de hombros. A todos nos ha impactado... ¡para bien o muy bien!